Fuente:Acemoglu, Daron y James A. Robinson: ¿Por qué fracasan los países?, Editorial Paidós, Bs.As., 2013, pp. 67-76
Documentos de nuestra historia
jueves, 24 de septiembre de 2015
sábado, 17 de enero de 2015
Manuel Gálvez - Amigos y maestros de mi juventud
PROLOGO
Estas breves páginas se refieren,
no solamente a los Amigos y Maestros de
mi Juventud, sino a los cuatro volúmenes que componen mis Recuerdos de la Vida Literaria. Aquel
primer tomo tiene sus propias "Palabras Preliminares”, que, con pequeñas
modificaciones, reproduzco aquí.
Apareció Amigos y Maestros en 1944 y en magnífica edición. Ahora sale de
nuevo con importantes agregaciones, inclusive con un capítulo entero que no
incluí en la primera edición. Los restantes volúmenes, inexistentes por
entonces, fueron escritos entre 1949 y 1952. La obra abarcaba cincuenta años de
vida literaria argentina. Pero pasaron casi dos lustros. Nuevos nombres
surgieron y muchos de los colegas con quienes más amistad tuve se marcharon de
este mundo. He debido prolongar estas crónicas hasta 1960. Es la fecha que
ahora tienen. Eso sí, lo referente a los últimos ocho años ocupa, por la fuerza
de las circunstancias, un lugar reducido en esta obra.
Dije en las "Palabras
Preliminares” que Amigos y Maestros no era una autobiografía. Pero esto no
puede afirmarse de los volúmenes posteriores. En estos hablo mucho de mí, no
sólo de mi obra literaria, sino también de mi persona. Lo he hecho así por
exigencia literaria, y nada más.
* * *
Hay una diferencia de
construcción entre el tomo I y los tres restantes. El primero se compone de
artículos publicados en revistas y diarios y de capítulos escritos para formar
el libro. Esto significa que el I no fue realizado de acuerdo con un plan, por
lo cual resultó algo incompleto. Los volúmenes II, III y IV responden a un bien
estudiado y minucioso plan.
Acaso haya igualmente una cierta
diferencia entre la prosa de los Amigos y la de los tomos siguientes. Los
capítulos de los Amigos, la mitad de
ellos, más o menos, surgieron para ser publicados en revistas o diarios, por lo
cual tal vez tengan algo de periodísticos. De ahí su espontaneidad y su
fluidez. No sé si podrá decirse lo mismo del resto de la obra. De cualquier
modo, creo que la pequeña diferencia de estilo entre aquellas y estas páginas
no perjudica en absoluto a la indiscutible unidad de estos Recuerdos.
* * *
Cuando hablo de mis colegas he
preferido ocuparme de su persona más que de su literatura. He querido
retratarlos tal como los vi, contar lo interesante que recuerdo de ellos. No he
querido hacer crítica literaria sino una historia o crónica viviente, humana,
muy anecdótica. Sólo hago crítica por excepción: cuando hay que señalar a un
libro o escritor olvidado o juzgarlos con mejor criterio que hasta ahora o
reducir a tal cual colega a las proporciones debidas.
Aunque mi obra es panorámica, no
me propuse hablar de todos los escritores, sino de aquellos de quienes tengo
recuerdos personales. No se tome a mala voluntad, por consiguiente, ciertas
omisiones. Por esto, mientras dedico algunas páginas a individuos sin importancia
literaria y a los que traté mucho y que eran pintorescos, nada digo de otros de
auténtico valer y con los que no tuve amistad. Este sería el caso, por ejemplo,
de Macedonio Fernández, a quien no he visto jamás y de quien no he leído ningún
libro, tal vez porque nunca lo he tenido en mis manos.
* * *
Por su naturaleza, esta obra no
está exenta de repeticiones. He pasado meses en el intento de suprimirlas. Con
todo, han de haber quedado algunas. Me consuelo pensando en que se trata de
unas pocas palabras en cada caso, y en que el distraído lector —el argentino el
más distraído de los lectores— no advertirá las repeticiones, salvo aquellas
que yo mismo le hago notar.
* * *
En los volúmenes II, III y IV,
titulados, respectivamente, En el mundo de los seres ficticios, Entre la Novela
y la Historia y En el mundo de los .teres reales, me ocupo de hombres que no
son escritores. Se explica. Esos tres volúmenes no son otra cosa que una
historia de mis libros, o, mejor dicho, de mis actividades literarias, por lo
cual, y para no hablar de mí excesivamente, he debido recordar a personas —a
políticos, inclusive-— que poco tuvieron que ver con las letras. Pero esos
políticos —Yrigoyen, el general Uriburu, el doctor Juan B. Justo, Alfredo
Palacios, Lisandro de la Torre, Luis Alberto de Herrera, Sánchez Sorondo y
algún otro— tuvieron algo que ver con mi literatura, sea que opinaran sobre
ella o sobre alguno de mis libros, o que yo escribiera sobre ellos en tal o
cual de mis biografías. De esta manera, mis Recuerdos no resultarán demasiado literarios
ni demasiado egotistas.
* * *
Como podrá imaginarse, en una historia
de libros ha de haber muchas opiniones sobre esos libros. Las hay en estos
Recuerdos, pero no me limito a transcribir lo favorable que me han dicho, pues
también transcribo lo desfavorable. Eso sí, me defiendo, en varias ocasiones,
de ataques absurdos o injustos que me hicieron. Y como todavía no he llegado,
lamentablemente, a la santidad, más de una vez, en mi defensa legítima, he
puesto entre las teclas de mi máquina de escribir un poco de justiciero veneno.
He evocado sesenta años de la
vida literaria de mi país. ¡Cuántos amigos que se fueron para no volver, y
cuántos nombres olvidados r cuántas ilusiones que no se convirtieron en
realidad! Desfilan por estas páginas centenares de personas, y ellas muestran,
palpablemente, 1» existencia en nuestra patria de toda una literatura. Mi mayor
deseo es que los editores se enteren de muchos nombres que merecen salir del
olvido, para que den a sus libros nueva vida.
¿Me tendré que disculpar por las
muchas anécdotas, algunas no muy pulcras, que he encajado en estos Recuerdos?
Opino que no, pues una obra tan extensa, y del carácter de la mía, sería
ilegible sin una historieta de cuando en cuando. No es tan malo reírnos aquí y
allí de los demás. Y es bueno, muy bueno, que nos riamos a veces de nosotros
mismos.
M. G.
viernes, 16 de enero de 2015
Manuel de Lezica - Fundación de la Legión Cívica
Fundación de la Legión
Cívica Argentina
Cuando los entusiasmos
patrióticos y la sinceridad heroica del teniente general Uriburu capitaneaban
la juventud sana del país, el Jefe del Gobierno Provisional, lanzaba un decreto
en cuyos cinco considerandos fundamentales quedaban explicados los fines y propósitos
permanentes perseguidos por la Legión Cívica Argentina. A la palabra clara de
la resolución del Gobierno le correspondió explicar al país, su objeto, que no
podía ser otro, que el de una inspiración superior de bien público, dirigida a
asegurar los principios cardinales del nacionalismo, amenazados por los avances
de la disolución negativa y del caos sembrado por la ineptitud y el desorden
sin control.
La Legión Cívica Argentina, dijo
el decreto, tiende a afianzar los sentimientos patrióticos y nacionalistas del
pueblo argentino e infiltrar en el alma popular sentimientos de bien público.
Es una fuerza apolítica y un factor de orden inspirado en el afianzamiento del
Estado y de las leyes que condensa el espíritu de la Revolución. Desde sus orígenes,
la Legión Cívica fue eso y nada más que eso: una fuerza apolítica, una fuerza
de orden, creada para afianzar los sentimientos patrióticos y nacionalistas, e
infiltrar en el alma popular sentimientos de bien público
Debemos decirlo y repetirlo para que
resplandezca la partida bautismal que orientó nuestros primeros pasos, no solo
frente a las desviaciones que le atribuyen los que se empeñan en nuestro
desprestigio, sino porque está clavado como el primer día, el mismo pendón,
para continuar guiándonos en nuestra empresa, que sigue su marcha en pos de sus
ideales, que hoy como ayer, son los ideales del 6 de septiembre.
Tal fue nuestro origen. Tal fue
nuestra razón de ser. Tal fue la orden que nuestro jefe y fundador nos
impartió, en un decreto que discutirán los que han discutido todo, hasta las
glorias nacionales, pero que está ahí, intacto, entre los documentos públicos
que la Revolución de septiembre redactó con el calor y la sinceridad de sus
grandes actos.
Roberto Leferrére agrupó en la
“Liga Republicana” valores indiscutibles, entre los que se destacaron los hermanos
Carlos y Federico Ibarguren, Jack Díase Vieira, Ernesto Palacio, Faustino de
Lezica, Alberto Contreras, Nenucho Muñiz, Carlos Dardan, Fernando Benítez Basa
vilvaso, Olegario Andrade, Fernando Cullen y muchos más. El movimiento era
corporativista y tradicionalista, dispuestos a la lucha combativa fruto de sus
virtudes reflexivas y perseverantes en procura de soluciones susceptibles de
producir una simiente del que brote el querer obrar en beneficio del país.
La Legión de Mayo estaba agrupada
por Daniel Vi dela Dorna, Rafael Campos, Wenceslao. Pauner o, Raimundo Meabe y
un grupo muy numeroso^que después del 6 de septiembre de 1930 se hizo
muchedumbre; pero una circunstancia la dividió al transformarla en Legión Cívica,
y si bien una legión, hija de la otra eran una misma, los primeros legionarios
nos resistimos a cambiar el nombre de la organización en que nos habíamos
iniciado, y así Rafael Campos nos reagrupó tomando la Jefatura y le secundé
como secretario. Los argumentos de Rafael Campos eran concluyentes en la
concepción para la ejecución en análisis psicológicos de ideales acompañados de
pasión, que al igual que la Legión Cívica, deseábamos una nueva revolución con
espíritu combativo para lograr la revisación del servicio publicó al servicio
nacional, en un movimiento preventivo y curativo.
El nazismo, fascismo y
falangismo, a pesar de sus doctrinas foráneas, germinaron dentro del
nacionalismo en sus doctrinas. Si estas teorías llegaran a encarnarse en
nosotros, perderíamos por completo el derecho de denominarnos nacionalistas.
De tiempo en tiempo, y según la
época, aparece entre los inventores, investigadores y genios de las distintas
ciencias, un conductor capaz de enseñar y guiar asumiendo la responsabilidad de
la dirección. En 1935, ese hombre o mejor dicho, aquel muchacho que sobresalía
entre los de la juventud estudiosa por sus condiciones morales e ideales, se
llamaba Juan Queraltó. De sus ideas compartidas por un grupo estudiantil, nació
la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, que en eT día de su fundación,
lo eligió jefe por aclamación general de los organizadores, teniendo como
colaboradores inmediatos a Alberto Bernaudo en carácter de Secretario General,
y a Piquillín González Iramain como Tesorero. Entre los muchos valores de
jóvenes nucleados se destacaban Oscar Serantes Peña y Arancibia Rodríguez. El
conjunto juvenil se aprestaba para establecer los cimientos que constituyen la
firme base para la unidad nacional en el advenimiento de una gloriosa era de
paz.
La UNES tomó incremento en los
colegios secundarios de toda la nación y se afiliaron a la entidad muchos
jóvenes que no eran estudiantes, y por esta razón en 1937, se resolvió fundar
la Alianza de la Juventud Nacionalista, nucleando así a la juventud que en
grupos selectos y dispersos, luchaban con dificultad en el sendero del estudiante,
y otros ajenos al estudiantado, que también buscaban la verdad de la causa en
procura de reformas morales, siguiendo el ejemplo de los fundadores del movimiento
que continuó teniendo como jefe a Juan Queraltó, siempre secundado por Alberto
Bernaudo y Oscar Serantes Peña. La sede provisoria lograda por Daniel Videla
Dorna estaba ubicada en el Pasaje Anchorena, Avenida de Mayo 939, y la
definitiva en Piedras 126, donde cómodamente pudieron actuar hasta el año 1943,
en que por Decreto del Gobierno Provisional del General Pedro Pablo Ramírez, al
disolver los partidos políticos, incluyó a las entidades nacionalistas, entre
las que se encontraba la Alianza de la Juventud Nacionalista.
En 1943 surgió la Alianza
Libertadora Nacionalista, siempre con Queraltó en la jefatura que piensa, desea
y obra buscando una combinación, que sin engendrar eternas y estériles disputas,
saquen del profundo abismo los errores a los que pasivamente permanecían en la
oscuridad con escepticismo y sin idealismo. Una fracción de renovación que con
Bonifacio Lastra, no quieren caer en el absurdo, se unen como una parte del
todo en la unidad de la Alianza. El Escribano Hernán Seaber, con otro grupo de
la Liga Republicana, que también sienten y piensan, se incorpora a la Alianza
en la que se encontraban estrechamente vinculados en una común sensación
operativa que tiene por destino una organización que despierte las facultades
congénitas al deseo de un hacer racional.
Bonifacio del Carril no se unía a
este conjunto, posiblemente separados por diferencias, pero no en la esencia.
El movimiento católico tuvo dos
paladines en nuestro país: La Acción Católica y Restauración, entidad apolítica
la primera; y la segunda de manifestación política, de apostolado propagandista
de la fe, expresando a Dios como base. Restauración tiene mucho de hispánico.
La guerra civil española y sus consecuencias, se hizo carne en el nacionalismo,
pero mucho más en Restauración. Sus componentes predican mucho más que los curas.
El totalitarismo va perdiendo su influencia; el móvil no es matar, sino
convertir. Restauración inició sus actividades con un acto celebrado en el
teatro Coliseo el 21 de diciembre de 1936, al que concurrieron más de 6.000
personas. El acto se inició ejecutando el Himno Nacional, seguido de la marcha
Real Española y el Himno de las Falanges españolas. El teatro no tenía
capacidad para tantos concurrentes, y centenares de nacionalistas se conformaron
con sentarse en las escaleras o mantenerse de pie en el vestíbulo. El acto se
inauguró con el discurso de Héctor Bernaudo, seguido por los oradores doctor Nimio
de Anquín, Jefe del nacionalismo cordobés; Enrique P. Osés, director de Crisol;
Pedro Tilli, dando fin al acto el doctor Alfredo Villegas Oromí. La Constitución
de las autoridades se efectuó el 12 de marzo de 1937 en la calle
Galileo 2420, donde se elige por jefe al
doctor Alfredo Villegas Oromí, poco después, el 6 de Junio, Restauración
inaugura su local en San Martin 550. La reunión de sus iniciados, venían del
campo católico y nacionalista sobre bases tradicionales.
Con el propósito de honrar a los
próceres y a los héroes de la emancipación argentina, por iniciativa de
Restauración, se realizó un acto en la plaza San Martin el 12 de junio de 1937.
Se adhirieron el Círculo Militar, Legión de Mayo, Centro Nacional, Agrupación
Nacionalista Española, Falange Española de las J. O. N. S., Centro Acción
Española, Asociación Amigos de “Crisol”, Centro Argentino de Estudiantes de
Derecho, Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, Unión Nacionalista
Fascista de Córdoba, Federación Obrera Nacionalista Argentina, Liga Patriótica,
Centro Nacionalista de Flores, Distrito Movilización 91 San Martín de la Legión
Cívica, Agrupación de Damas Argentinas Patria y Hogar, Organización Juvenil
Nacionalista Argentina, Centro Nacionalista de Flores, Centro Nacionalista de
Villa Devoto, Agrupación Nacionalista Patria y Hogar de Mercedes, Comité
Nacionalista de Lobos, Departamento Juárez Celman de la Legión Cívica
Argentina, Agrupación Nacionalista Avance de La Plata, Concentración Popular
Argentina, Socorro Blanco Argentino, y simpatizante no pertenecientes a los
grupos. Concurrieron unas 15.000 personas escuchando con interés a los oradores
Héctor Bernaudo, J. Alfredo Villegas Oromí y Héctor Llambías. Terminado el
homenaje al Libertador, los grupos se dispersaron, unos por la Avenida Santa
Fe, y al llegar a la esquina con la calle Libertad, la policía en forma
correcta invitó a disolverse, y ante la negativa de los concurrentes, intervino
la compañía de gases lacrimógenos sin consecuencias ; no ocurrió lo mismo con
el grupo que se dirigía por la Avenida de Mayo, produciéndose a la altura del
1300, una refriega a puñetazos y piedras, una de las cuales hirió de
consideración al estudiante Guillermo Correto.
En la Iglesia del Pilar, el 14 de
octubre de 1937, se celebró un solemne funeral por el doctor Wenceslao Paunero, asesinado afrentosamente en Mar del Plata en forma sorpresiva. Al finalizar, ante la
bóveda que guarda sus restos en el Cementerio de la Recoleta, Restauración, Legión
de Mayo, Legión Cívica, Liga Republicana y Milicias Cívicas, rindieron homenaje
haciendo uso de la palabra el señor Federico M. Green, en nombre de la Comisión
de Homenaje, el doctor Carlos Alberto Pueyrredón, en nombre de sus amigos, y
J. Alfredo Villegas Oromí en nombre de la Legión de Mayo.
La comisión dirigida por las
señoras Margarita Campos de Villegas Oromí y María Josefa Padilla de Amadeo, en
el deseo de auxiliar a nuestros semejantes y cumplir las palabras del Evangelio
“amaos los unos a los otros”, inauguraron el 18 de octubre de 1937, un consultorio
odontológico en un barrio eminentemente obrero. La bendición estuvo a cargo del
cura párroco de la iglesia de San Lorenzo Mártir, presbítero Lorenzetti.
El 25 de marzo de 1938 apareció
el primer Boletín de Restauración, con las normas a seguir por sus componentes
en toda la República.
Nacionalistas y militares
rindieron homenaje al brigadier general Cornelio de Saavedra. Juan Carlos
Villagra pronunció su discurso, en representación de Restauración.
En el sexto aniversario de la
muerte del teniente general José Félix Uriburu, el nacionalismo le rindió un
homenaje ante su tumba. El doctor J. Alfredo Villegas Oromí pronunció el
discurso.
La Alianza de la Juventud
Nacionalista organizó el l9 de mayo de 1938, la Marcha de la Libertad, y Restauración
se unió.
En Rosario de Santa Fe, se
acrecentó el nacionalismo. El 28 de mayo, la Unión Nacionalista de Rosario organizó
un acto en el Teatro del Círculo de Obreros con extraordinaria concurrencia. La
dialéctica no sería más que una operación puramente verbal, sin la teoría de la
participación que forma un lazo metafísico entre los diversos eslabones que
constituyen la cadena del pensamiento para alcanzar con Dios la esfera de los
ideales. Presidió J. Alfredo Villegas Oromí, y tomó la tribuna el director de “Crisol”
Enrique P. Osés.
Todo medio supone un fin, razón
por la cual, Restauración inauguró el 26 de junio de 1938 el Ateneo doctrinario,
e inicia la guerra a los que aniquilan la conciencia, armando contra ellos la
lógica.
Los comunistas de Córdoba, asesinaron el 11 de
agosto ¡ \de 1938 al doctor Francisco García Montaño y al estudiante
nacionalista Benito de Santiago. Conmocionados por la pasión de los móviles que
predominaron en los ase • sinos, y ante lo absurdo de la conducta comunista,
viajaron a Córdoba indignados: Restauración, Liga Republicana, Legión de Mayo,
Acción Nacionalista Argentina, Unión de Santa Fe, Unión Nacionalista de
Tucumán, de Cuyo, Salta y Jujuy. En el Teatro Comedia de Córdoba quedó colmado,
en ese día 20 en que tenía por tema un estudio sobre la artera conducta de los
ásesinos. Hicieron uso de la palabra: Matías Sánchez Sorondo (h.), por los
universitarios cordobeses; C. Díaz Cisneros, por la Legión do Mavo; Enrique P.
Osés, director de “Crisol”; J. Alfredo Villegas Oromí, por Restauración: Arturo
Martínez Zubiría y Heriberto Pagani, por la Unión Nacionalista de Santa Fe.
Cerró el acto el jefe de la Unión Nacionalista de Córdoba, doctor Nimio de
Anquín. Terminado el acto, los asistentes concurrieron al cementerio de San Jerónimo,
depositando coronas y flores en las tumbas de esos dos paladines del
nacionalismo, que consagraron sus vidas por sus ideales en extensión del amor
de Patria. Pensamientos sublimes de efusión satisfecha en permanente abnegación
de cumplir sus deberes. En Buenos Aires repercutió hondamente y el Consejo
Arqnidioeesano de la Acción Católica Argentina, hizo efectuar un muy solemne
funeral en la Iglesia de San Ignacio, el 30 de agosto por el estudiante
nacionalista Julio Benito de Santiago, corazón sublime, modelo de virtud, en su
avance desde lo pequeño hasta lo grande, buscando con su amor a Dios, el medio
para contribuir a la prosperidad nacional. A la salida del templo se
repartieron gratuitamente el boletín de Restauración titulado “Sí, Sí; No, No”.
Restauración continuó con su
cátedra orientadora y es la primera con cursos permanentes de doctrina nacional,
con las puertas abiertas libremente para todos cuantos quisieran concurrir con
el objeto de formar una conciencia, capaz de afrontar la responsabilidad
en el gobierno, o fuera de él, pero con el sentido de milicias para la
disciplina del movimiento, conocimiento de Dios y amor a la tradición patria,
porque como dijera el doctor Miguel Modeglia: “Si el nacionalismo no arranca de
la raigambre de la historia, no es nacionalismo”. Se crearon dos ateneos: los
miércoles para estudiantes secundarios y los sábados a puertas abiertas para
cuantos quisieran concurrir.
El jefe de Restauración, doctor
J. Alfredo Villegas Oromí. abogado y maestro con fe de santo; más maestro que
abogado en su vocación de dirigir y enseñar a la juventud. Leed “Directivas
Sociales a la Luz de las Encíclicas” y allí encontraréis sus preocupaciones e
ideales. Lo secundaron Mario y Manuel Soaje Pinto, Héctor Llambías, Juan Carlos
Goyeneche, Alberto Ezcurra Medrano, Mario Amadeo, Anacleto Llosa, Gabriel
Gálvez Bunge, Carlos Benedetti, Juan Carlos Villagra, Francisco Bernárdez,
Carlos M. Dardán, destacándose como orador Héctor Bernaudo, quien desde la
tribuna del teatro Maravillas decía el 11 de diciembre de 1940, interpretando
nuestro sentir: “Queremos ser nosotros mismos, libremente, sin influencias del
exterior, ni bandos interiores”. “Es indispensable retomar el hilo de la
historia nuestra, escrita por héroes y por santos que los organismos oficiales
se encargan cuidadosamente de falsificarnos”. Todas las agrupaciones
nacionalistas estaban presentes e hicimos nuestros estos conceptos, pero en la
acción quedaron estáticos, mientras Restauración seguía luchando para hacer
realidad la letra de su himno con el que iniciaba sus actos: “Con la Cruz
convertida en espada, restauraremos la fe nacional”. En 1934 se produjo un nuevo desprendimiento de la Legión Cívica, y
se formó la Legión Nacionalista con Castelfor Lugones, teniente Alberto de
Olivera César, Samuel Gradín, Arturo Palenque Carreras, Alberto Alvarez
Hidalgo, César González Iramain y otros muchos. La sede estaba ubicada en Santa
Fé 3124. Fue este un grupo de gran acción anticomunista, entre los que se
destaca un acto comunista en el Parque Romano, en los que tomaron asiento en
primera fila miembros de la Legión Nacionalista con Wenceslao Paunero, desde
donde se tiró un petardo que trajo un gran movimiento dentro de los
concurrentes, que al irse a las manos, obligo a un intervención policial, que
saco al público del local a la calle, con lo que resulto finiquitado el acto en
su iniciación. Luego el mismo grupo rompió otro acto comunista en Plaza Italia,
donde se produjo una actitud de combate, en el que perdió la vida el legionario
Lacebrón Guzman. Los Bandos publicados por esta Legión y sus actitudes, fueron
el fiel reflejo de su sentir.
En diciembre de 1941, distintas
agrupaciones nacionalistas nos reunimos formando un frente patriótico, cuyos
principios y fines, quedaban públicamente aclarados en carteles murales y
panfletos, cuyo texto a continuación se transcribe:
FRENTE PATRIOTICO
Una guerra por la hegemonía
mundial golpea a nuestras puertas y los intereses comprometidos en ella pujan
por arrastrarnos a su servicio. Estos intereses dominan nuestra economía,
determinan corrientes de opinión por medio de la prensa, dirigen la acción de
los partidos que tienen representación en el gobierno y desarrollan, a estas
horas, una campaña activísima para arrancar de éste una definición beligerante,
que se anuncia como próxima. Sus agentes hablan ya públicamente de la necesidad
de que la República Argentina entre en la guerra, para defender principios
universales o continentales y como fuerza de choque a la zaga de uno de los
bandos en lucha.
En estas circunstancias, es un
deber imperativo y urgente hacer oír una expresión auténtica de la opinión del
pueblo Argentino, expuesto a dar su sangre por causas que no le conciernen.
Los firmantes de este manifiesto
—miembros de todos los sectores de un movimiento nacional, que se unen
olvidando sus diferencias de épocas normales— nos consideramos obligados a
dirigirnos a nuestros compatriotas para ponerlos en guardia contra los peligros
de una propaganda que no consulta el interés argentino, y
DECLARAMOS:
1° Que la política exterior no
debe regirse por principios abstractos, sino por las exigencias del interés
nacional;
2° Que la soberanía es indelegable,
puesto que ninguna nación puede, sin perderla, esperar la protección de su
libertad o de su dignidad del esfuerzo extranjero;
3° Que la neutralidad que nuestra
independencia nos exige no debe tomarse como principio absoluto, sino que ha de
estar condicionada por la integridad del patrimonio y el honor nacionales;
4° Que estamos dispuestos a
luchar, si el caso llega, pero en defensa de lo nuestro, contra cualquier
amenaza que provenga del exterior;
5° Que por todo esto, es
necesario exaltar las energías del país, estimular el máximo y urgente
desarrollo de las instituciones armadas y hacer vibrar el alma nacional, frente
a la propaganda extranjera, que habla de nuestra supuesta debilidad para cohonestar
la entrega a la protección ajena, con abdicación del tradicional heroísmo
argentino.
Al deponer nuestros intereses
políticos y particulares frente al peligro que nos amenaza, invitamos a
nuestros compatriotas a adherirse a este FRENTE PATRIOTICO para sostener la
política aquí expuesta con fortaleza, abnegación y disciplina.
Emilio F. de Alzaga, Nimio de
Anquín, Guillermo Aldao Unzué, Hortensio Aguirre, Rafael Aguirre Lynch, Raúl
Artigas Vidal, Valentín Acevedo, Arturo Alvarez Insúa, Luis Agote Robertson,
Rafael Ayerza, Rómulo Ayerza, Luis Ayerza, César B. Agustoni, José D. Achával,
Ernesto Araujo, Lino Araujo, Saúl Araujo, Osvaldo Araujo, Saladin Argento,
Francisco Alfonso, José Azar, Héctor Arbolias, Armando Almirón, Emilio Alvarez,
Dr. Humberto Alfano Castelli, Juan Abruzzese, Emilio Abrate, Francisco Amadeo,
Félix Arenzo, Pedro Arenzo, Oscar Arenzo, V. Amaratti, Ezequiel Anchorena,
Alberto A. Albornoz, Carlos Ayerza (hijo), Vicente Almandoz Al monacid (hijo),
Oscar Alonso Ciro, Carlos V. Alegre, Juan E. Abrego, Alberto G. Antúnez, José
Arfuch, José Alvarez, Cecilio Akram, A. Almeda, Juan Arti, Teodoro Acquarola,
Héctor Anglese, Fernando de Alzaga, Leopoldo Ammirati, Albino Arla, Antonio
Adgi Romano, Wenceslao Achával, Toribio Ayerza (hijo).
Manuel G. Balcarce, doctor Ireneo
Ernesto Banchs, doctor Eduardo J. Buschiazzo, Carlos Bianchi, José Lorenzo Bó,
Néstor Belgrano, Miguel A. Bosch, Humberto Bianchetti, Fausto Bianchetti,
Horacio P. Bianchetti, Al cides Bollo, Héctor Bernardo, Rufino Benitez, Carlos
Balcarce, Alejandro Balcarce, Germán G. Balcarce, Luis María Belgrano, Carlos
Alberto Belgrano, Juan Carlos Bidart Malbrán, Carlos Benedetti, Alfredo Bidart
Malbrán, M. O. Baliña, Eduardo Balvé, Juan Becerra, Carlos Battilana Olazábal,
Francisco Buglione, Miguel Bonizzoni, Natalio Boico. Atilio Bustamante, Juan
Bisqui, Fidel Oscar Baldi, Eleodoro C. Betti, Francisco Bruno, Juan Bassola,
Francisco Javier Bó. Lorenzo Bó, José Antonio Borro, Alberto Buschiazzo,
Enrique H. Borro, Arturo G. Bustamante, Antonio Luis Beruti (hijo), Jorge Berro
Madero, Alejandro G. Beruti Lagos, Juan B. Bioy, Leonardo F. Bonifacio, Juan
Carlos Bertolini, mayor (S. R.) Aquiles S. Bianchi, Zoilo Burgos, Juan Barlati,
Juan Batisttella, Amado Bucalo, Pablo Bellomo, Ramón Buenaventura, Angel
Banaglia, Angel Bacardo, Juan B. Britos, Carmelo Bucalo, J. Borrada, Roberto
Bravo Higueras, Juan A. Beretta Moreno, Horacio Barilatti Bengolea, F. G.
Bonorino, Joaquín Bertolotto, Luis María Barrenechea, R. Basavilbaso, Nicasio
E. Bernal, Rafael Bermejo, Axel Broman.
Rafael A. Campos, Vicente Curto,
doctor Domingo Cutroneo, Horacio A. Campos, Julio C. Campos, Oscar Campos,
Tomás Dardo Chavero, J. Argentino Chavero, José Luis Chavero, Antonio Campos,
Carlos E. Correa Luna, Florencio Castro Cranwell, Ricardo Curuchet, Carlos M.
Castro Cranwell, Daniel Castro Cranwell, LuisF. Cuyás, Antenor Carreras
Allende, Jüan Carlos Chevalier, Luis Miguel Cané, Julio Castellanos,_ Julio
Crotto Posse, Fernando Cullen, Miguel A. Chavarri, Jorge Campos, Oscar Cobos.
Armando Cinto, Juan A. Cascallares, Horacio Carro, Adolfo Cabrera, A. C.
Cusatti, Antonio Caputto, Paulino Corvalán, Delfor Cetrá, Rarpón Cepeda, J. H.
Carniaga, Luis Clerici, Roberto Ciacciarelli, Ricardo D. Carbonell, Ricardo
Coppes, Ramón Cernadas, Alberto Cu rutchel, Tomás Colombo, Pedro Casagrande,
José Coria, Alfredo Carletti, Raúl Cavagna, Aldo Ceccarelli, Saverio Currá,
Rosario Currá, Luis Cánepa, Luis Capurro, Alejandro Cavallo, Rogelio Calderón,
Teodoro Cúneo Alzá, Horacio Chaumeil, Manuel C. Chaves, Rodolfo A. Chaves,
Felipe Crovetto, Jorge José Crespo, Francisco E. Coppo, Antonio César Chiesa,
Víctor H. Cúneo, Renato Corteggiarli, Armando Capó, Armando Curet, Luis Alberto
Chaves, Luis A. Carsoglio, Rodolfo José Carsoglio, Carlos Carrozzo, A.
Carrozzo, Adriano M. Castro, Adriano M. Castro (hijo), Juan Costa, Félix C.
Caravaglio, Francisco Coll, Podro Catáneo, Carmelo Carniolo, Jovito E. Cardoso,
Ernesto B. Capurro, Fougé Chem.es, Jorge Costa, Francisco José Catalano, Jorge
Ciampi, Diego Carozzo, Humberto Canale, Edelmiro L. Crespo, Arturo Crespo, A.
Cardelicchio, Argentino C. Cepeda, Horacio Castro, Pedro Carmona, Ramón Cejas,
D. Cúneo, Lepoldo Cesareo, Pablo Caliati, Antonio Camaglio, J. Caminos, Juan R.
Cruz, Horacio Conti Guallart, Adolfo Costa Bonorino, José H. de Corral, Raúl
Carminatti, Miguel Carusillo, José Cabrera, Mario Cappagli, Jorge E. Corti,
Bernardo Cava, Juan Carlos Chiappe, J. Chiariano, Miguel Angel Chiappe,
Fernando Cullen Holmberg, Juan C. Carullo, Julio Cucullu Saavedra, Juan Cánepa,
Pedro Cesáreo.
Ramón Doll, Ricardo Donovan,
Adriano Díaz Cisneros, José A. del Carril, Víctor S. Del Carril, Conrado Del
Carril, Horacio Duggan, Ramón Díaz, Alceste G. de Benedetti, Carlos G. De
Benedetti, Osvaldo L. de Benedetti, Wesley V.F. De Benedetti, René M.A. De
Benedetti, doctor Adolfo Di Benedetti, Carlos M. Dardán, Francisco Damonte,
Antonio Del Fabbro, Juan J. de la Serna, Federico Del Pup, Héctor Dellepiane,
Eduardo De laVilla, Arturo Degregorio, Enzo Di Lorenzo, Ricardo Dev , Francisco
E. de la Serna, Raúl Deluchi, José M. Della Chiesa, Enrique De Salazar, A.
D’Angelo Rodríguez, C. Domínguez, Eldo Domínguez, Víctor Domínguez, José
Domínguez, doctor Humberto D’Angelo, Francisco Diehl, Juan Daglio, Marcelo
Daglio, Ramón Dneca, Narciso Dus toi, Destio Destri, Rogelio E. Durendoy,
Guillermo De maría, E. G. Daverio, José Destéfano, Carmelo S. Di pascuale.
Rafael Emiliani, Alberto
Escalada, José María Estrada, Carlos M. Ezcurra Mayol, Augusto Etchecopar, Alfredo
J. Etcheverry, Máximo Etchecopar, Santiago de Estrada, Isidro Elicegui (hijo),
Humberto E. Escalada, Jorge Echavarría Coll, Luis María Echavarría Coll,
Liniers Estrada, Alberto Escarrá, Raúl C. Etcheverry, Alberto Espezel, Miguel
Escudier, Juan Carlos Elena.
Ricardo Font Ezcurra, Gervasio
Fernández Madero, Martín Ferreyra, Luis María Ferraro, Ricardo Figuere do,
Manuel Fernández López, Humberto Forti, Ornar Fe lippone, Pedro Ferrari,
Alejandro Fabrizzi, Pedro A. Fa brizzi, Ernesto Figueroa, Gelino Florio, Andrés
Fernández, Silvio Farías, Juan Fernández, Domingo Fernández, Santos Ferrari,
Domingo Ferreira, Ismael Fernández Poblet, Pedro D. Freccero, Liborio
Fernández, Humberto Forchetti, Ramón Ferrer, Policarpo Héctor Ferro, Juan
Manuel Fontenla, Marcelo Fagalde, Cristián Fernández Madero, Santiago P. Fisch,
Samuel Figueroa de la Vega, Rodolfo Fliess, Luis Fliess, José Fallao, Emilio
Federik, José Fanciano, Andrés Folino, Manuel Fernández, Vicente Ferro, Pascual
Ferro, Oscar Filiberto, José T. Funes.
Norberto Gorostiaga, José Antonio
Güiraldes, Manuel J. Güiraldes, Gabriel Gálvez Bunge, Manuel Gálvez Punge,
Adolfo Güiraldes, Isidoro García Santillán, doctor Benjamín Galíndez, Marcial
González, Juan Carlos Goyene che, Luis González Guerrico, Carlos R. González
Bonorino, José A. Güiraldes (h.), doctor Carlos Alberto Giorgio’ Aldo González,
Yolando González Refojo, Angel Giulani, Juan Carlos González Rubio, Carlos S.
Gelves, Antonio Guartieri, José Grecco, Juan Gómez, Alberto Gómez, Blas
González, Luis Gutiérrez, Alfredo M. Gand, Cándido Gómez Javier, Angel Galano,
José Gómez, Martín González, Valentín Gallegos, Adrián Guiard Grenier, Ramón
García, doctor Juan Carlos Gómez Raggio, H. J. Giuffra, Juan C. Guastavino,
Félix Telmo González, Virgilio Giustianini Llambí, Carlos Giustianini Llambí,
Pablo Gorostiaga, Hipólito Gil Elizalde, Raúl Gándara, Carlos Garay, Mario
Gandolfi, Manuel A. Gondar, Angel P. Galizzi, Pablo F. Grippaldi, Vicente E.
Guerra, José Giuffra, H. Giorgia, Martín García, Ignacio García, S. Grillo,
Domingo Grillo, José Grillo, Roberto Grillo, Juan Marcelo Grillo, Domingo
Grillo (h.), Ramón Gamarra, José Gentile, Oscar González, Avelino Guanto,
Serafín Grillo, Guillermo González, Oscar Gigena Centeno, Jorge Raúl
Giovanelli, Amador González, Generoso Garay, Miguel Gallegos.
Ingeniero Pablo Hary, arquitecto
Pablo Hary (h.), Ernesto Hary, Federico Hoeffner, Alfredo Huergo, Be lisario
Hueyo, Luis Holmberg, Claudio E. Hardoy, Oscar P. Huergo, Héctor A. Hamilton,
G. Huidobro.
Doctor Carlos Ibarguren, Rodolfo
Irazusta, doctor Federico Ibarguren, Jorge Ibarguren, Carlos Ibarguren (h.)i,
Enrique Ibarguren, Cándido Izarra, José Izzo, Hugo Ivanisevich, Jorge
Ivanisevich, Carlos Ihleim, Rafael Iglesias, Horacio Iglesias, Jorge Isaac,
Benjamín Iglesias, M. C. Ilundain, Tomás Iriarte, Ricardo Iriarte.
Bruno Jacobella, Tomás Juárez, S.
Jacohi, Luis S. Jacohi, Elinaudo H. Jacohi, F. Juárez.
Carlos M. Kunst, Ismael Karon,
Eduardo M. Kash.
Roberto Laferrere, Jorge Luna
Valdez, Manuel Le zica, Alberto Lavalle Cobo, Jorge Lavalle Cobo (h.), Nicolás
B. Lastra, Fidel Ludueñas, Alberto Lascano, Fernando Lascano, Guillermo Lezona,
Alberto L. Lazo, Renán Lartigau Lespada, Tomás Lezona, Carlos Luque, Bernardo
Lampe, Atilio Lezona, Felipe Américo López, Alfredo López, Natalio Lombardo,
Américo Lenzo, Francisco Lapera, Gustavo Lobet Almada, Jorge P. Lescano,
francisco Luque, Federico Hernán Lerena, Víctor O Lucca, José Manuel Lavalle,
Carlos Lotti, Carlos M López, Constantino Lorenzo, Antonio Lorenzo, Jorge Liese
gand, Genaro Lentino, Manuel Loureiro, Ernesto René Lasallc, Américo Lupi,
Carlos Lara, Argentino J. Leripio, Raúl Lasbiri, Jorge Landívar, Juan N. Lucero
Schmidt, J. M. Lambruschini, P. Ludueña, Luis Linosa, Pedro Li nosa, J. C.
Laure.
José María Llano, Héctor A.
Llambías, Francisco C. Llorcal.
Dr. Alejo Martínez, Eduardo J.
Muñiz, Alejo Martínez (h.), Julio Cestre Cordero, Alberto Mestre Cordero,
Arturo Massey, Mario Molina Pico, José Manuel Moreno Bunge, Edgardo Meana,
Carlos Marini Irazu, Francisco Madero, Baldomero Mesa, A. Martínez, A.
Montefredo, Manuel Moyano, Héctor P. Méndez, Rubens Menini, José Eduardo
Morillo, José A. Martínez, Vicente I. Marina, Jorge L. Moger, José Méndez,
Julio Moreno, Luis Mendoza, Andrés Mendoza, Esteban Medina, Domingo Ma dairo,
A. I. Mielesi, Horacio Mazziotti, Eusebio Marina, Eduardo Mazziotti, Gabino
Medina, Bernardo Mancho, Bernardo Mancho (h.), Antonio Martínez, Carlos O. Mí
quez, Ciríaco Meoqui, Héctor Mandagarán, J. C. Manda garán, Ricardo J.
Morbelli, Martín Martí, Francisco Martineta, Rafael Marcos, Emilio Márquez,
Néstor M. Mí guez, Pío Ataúlfo Monserrat, Marcelo D. Muñiz, Eduardo Marcos
(h.), Florencio Martínez, Carlos Méndez Rufino, Antonio V. Moreyra, Renato
Morisio, Jorge Morisio, Santiago Mi, Jorge Masanello, Domingo Macías, Miguel M.
Mariñelarena, José Machiavello, Manuel Machiavello, J. Malato, Antonio
Martínez, Salvador Milán, Enrique Maz zaro, Felipe Mancuso, Aldo Marircelli,
Atilio Meano, Serafín Marques, Abel E. Martínez, Jorge Adolfo Mazzin ghi,
Valeriano E. Marconi, Pedro Manso, Sergio Monti, Manuel Morelli, Gualterio
Meroni, Matías Maciel, Enrique G. Manzón, Ernesto Mangudo Escalada, Horacio Muñoz
Wright, Carlos Muñoz Wright.
Juan Manuel Nelson (h.),
ingeniero Rogelio Ñores Martínez, Emilio Nonell, D. E. Nowas, Víctor Noviello,
A. Javier Nocosia, Antonio Nocosia, Ramón César Na shiro, M. A. Noviel, Néstor
R. Nogueira, Carlos F. de Nevares, Aníbal S. Navarro, Miguel Neman, Carlos D.
Neumayer, Clorindo Nápole,
Antonio Nunafe, Italo C. Nòbili, Eduardo Naón Gowland, R. A. Naón.
Carlos Obligado, Francisco J.
Oliver, Fernando A. Oesterheld, Carlos A. Otero Monsegur, José Luis Ocam po,
Héctor Rafael Obligado, Teótimo Otero Oliva, Jorge Otero Monsegur, Juan Pablo
Oliver, Mariano Olivera, Pablo Matías Olivera, Julio Argentino Olivera, Juan
Oyue la, Juan de Dios Olmeda, Francisco Orfano.
Ernesto Palacio, Horacio V.
Pereda, Julio Peña, Horacio Pereda, doctor Carlos Pucheta Morcillo, Jerónimo
Pugliese, César Pico, Carlos Pico, Marcelo Pearson, Enrique Pearson, Manuel
Pando Carabassa, Héctor G. Puey rredón, Luis M. de Pablo Pardo, Francisco
Prado, Rafael Padilla Borbón, José Luis Peró, Luis Peró, Eduardo Peró, Carlos
Pieres, Horacio A. Pueyrredón, Jorge Pereda, Jorge Pereda (h.)j, J. Polinelli,
F. G. Pettinato, Sebastián Pettinato, Horacio Parodi, Diego Pujol, M. A. Peña
Méndez, Ricardo Pintos, Victorio Pérez, Jorge G. Perugini, Domingo A.
Posincovich, Andrés Pérez, Héctor A. Pérez, Oscar M. Peralta, Florentino Pérez
Febre, R. Pucciarelli Rava, Luis Piatti, Antonio V. Peralta, Antonio Pampillo,
Luis M. Peiret, Enrique Pérez Devoto, Máximo Pederzzo li, Carlos Portos
Aldazábal, Marcelo Petersen, Carlos A. Paul, Luis M. Pinto, doctor Ramón H.
Parera, Paulino Miguel Pérez, Luis Pluchinotta, G. Paruan Cardenio, Juan L.
Pinasdor, Obdulio G. Polinez, Pedro Ruglionessi, Carmelo Pirniciotto, José
Pabba, Humberto Pandolin, Carmelo Paulino, L. Plaza, Vicente Polimeni, Luis J.
A. Pastorello, Carlos Peláez de Justo, Rafael Enrique Pa nelo.
Carlos María Quinodoz, Gerardo
Queija, Domingo Queija, Emilio Quiñones, Roberto A. Quiroga, Armando Quesada,
Carlos Quiroga, Julio Quesada (h.).
José María Rosa, E. Ramos Oromí,
Benjamín J. Ro son, Ricardo Rodríguez Remy, Francisco Rodríguez Bosch, Rafael
Rodríguez Moreno, Néstor Raña y Quijarro, Ru decindo Roca, Celedonio Roca,
Abelardo E. Rossi, Elias Oscar Reyes, doctor Augusto Rodríguez Isasa, Pedro Ros
signol, Alfredo Roldán, Andrés Rossi, Emilio Rodríguez Enrique Rapóla, Roberto
Richard Benítez, Roberto Ri chard (h.), José Rivella, Norberto Robiglio,
Rogelio Ramírez, Higinio Rodríguez, Miguel Reyes, Antonio Rizzo, Jorge A. Renom
(h.), Eduardo E. Rocca, Alberto P. Rueda, Victor A. Rigoni, Atilio Rodríguez,
C. Ruiz, Julio Rodríguez, Félix Rodríguez, Adriano Rolón, Juan J. Re tondo,
Porfirio Tomás Rodríguez, Nicasio J. Rossi, Daniel E. Rebagliatti, Rufino
Rodríguez de la Torre, Enrique Roca, Carlos Alberto Roca, R. V. Risolo,^ Luis
I. Ramos Vértiz, Ramón José Roldán, Elias Rostón, Juan Luis Rossi Reviriego,
Ricardo Remcdi, Raúl Ruiz de los Llanos, Juan Ruzzo, Miguel Ruzzo, J.
Rodríguez, Domingo Ramos, Pedro Rosasco, José J. Rodríguez, Blas Risso,
Heriberto Rofano, Roberto M. H. Rey, Manuel Ríos, Guido Rossi, Torcuato Russo,
Julio C. Ramírez, Arturo P. Rossi, José Vicente Rivero, Enrique J. Rapela,
Carlos Rojas Torres, Pedro H. Rueda, Florentino V. Rojas, Manuel Real, Luis
María Róo, Enrique Víctor Rocca.
Carlos Steffens Soler, Rodolfo
Solanas Pacheco, Mario Soaje Pinto, Manuel Soaje Pinto, Hernán Seeber,
Francisco R. Seeber, Eduardo Seeber, Carlos O. Sclieper, Héctor Sáenz y
Quesada, Diego Sánchez Sorondo, Marcelo Sánchez Sorondo, Julio Sánchez Sorondo,
Ricardo Seeber, Horacio Stegmann, Adolfo Silenzi di Stagni, Francisco Seeber,
Horacio Schindler, J. Luis Sicca Re bagliati, José Scimone, Héctor T. Solari,
Rodolfo Sitja Nin, Obdulio Sánchez, Héctor Arturo Salom, Adolfo Saloni, Enrique
Sourdá, A. Sourdá, Eusebio Suárez, Jaime Alberto Scelsio, Armando Solari,
Carmelo E. Sorrentino, Vicente Norberto Silvetti Paz, Manuel V. Salguero, Ricardo
Sievers, Luis Julián Solano, Nicolás Antonio Sal varegni, Ramón A. Saráchaga,
Antonio Santana, Bruno Straboni, Patricio Soldato, Luis Bernabé Spiranda, Juan
Sotelo, doctor Carlos E. Saglieto, Arturo Strassburger, Raúl Sein, J. Selemi,
Orlando Scargo, C. Schiafino, Epifanio Stella, Domingo Sollito, Lorenzo Siecci,
Felipe Simeone, Salvador Selma, Manuel S. Silva, Eliseo Steffanini, R. Sardá,
Pedro Agustín Solanas, Carlos A. Schweritzer, Juan Pablo Spinetto Sáenz
Valiente, Saúl Solanas.
Horacio Tedín, doctor Juan A.
Trevisán, Luis M. Torres, José Alberto Torreguitar, J. C. Tocco, José Trava,
Juan L. Tagliapietra, Atilio Treccozzi, Juan D. Tan credi, T. Tanore, Salvador
Terranova, Antonio Taccone, Federico Trías, Rodolfo Tursi, Juan Garlos Traverso
Laclau.
Miguel Ubal Deheza, Raúl
Uaandivaras.
Daniel Videla Dorna, G. Yidela
Dorna, Ramón Vi dela Dorna, Daniel Videla Dorna (h.), Alberto Videla Dorna,
Pedro Juan Vignale, Alfonso von der Beckejf, Guillermo R. Velar de Yrigoyen,
Rodolfo Vial Molina, Raúl Villanueva, Ernesto Velasquez Pestaña, Luis Vidal
Molina, Carlos Vitón (h.), J. Alfredo Villegas Oromí, doctor Norberto Vignolo,
Arturo H. Varela, Anastasio Villagrana, Antonio Vidal, Carlos Vasquez, Enrique
Va sini, Aureliano Vidal, Héctor Varalla, Carlos Villegas, Eduardo Villegas,
Raúl A. Villafañe Bernal, Antonio Vudi, Pedro Viggan, José Venturino, José
Antonio Vallejos Meana, Basilio Vidal, Mario Videla Aranguren.
Germán Wernicke Balcarce, Roberto Wernicke Bal
carce, Germán Winoz Berraendo.
Guillermo Zorraquín, doctor
Enrique Zaldívar, Elido Zorzoli, Pascual Zapatela, Salvador Zapatela, Eduardo
Zavalla, José Zorrini, G. Ziggotti, Pedro León Zavalía, R. J. Zimmermann.
Las adhesiones se reciben: Nuevo
Orden, señor Ernesto Palacios, Bartolomé Mitre 670; El Fortín, señor Roberto
Laferrere, Corrientes 610; Nueva Política, señor Máximo Etchecopar, Juncal 721;
Restauración, señor Mario Soaje Pinto, Juncal 2093 (2? D) ; Legión de Mayo,
señor Rafael Campos, Arenales 1630.
En el año 1943 el clima era
propicio para una revolución nacionalista, aun dentro de los hombres de Gobierno
que querían hacer, y no podían, por estar rodeados de una cantidad de
funcionarios morfinómanos de la burocracia y admiradores de los llamados
triunfadores del dinero, y que en verdad sólo eran leales servidores del
capitalismo foráneo. La juventud se sintió más criolla mas romántica, y sin
saberlo social, se apegó a la tradición contra el espíritu liberal para volver
a la norma, que como herencia recibida de nuestros antepasados, queríamos
conservar en su continente cristiano y social.
Arturo Jauretche, jefe de FORJA,
tenía el don de la palabra más poderosa que las armas en el combate, penetraba
en quien lo escuchaba, y al examinar luego su contenido se hallaba la prueba de
una justa razón. No era el orador académico de lenguaje rebuscado, no, hablaba
como un compuesto substancial de espíritu y materia, y por consiguiente
inteligentemente, libre, responsable y comunicativo, dotado de sentimientos, de
ideas y de palabras dentro de las condiciones de su propio ser. Un día me dijo
mientras tomábamos café: “Los argentinos estamos divididos en dos; la mitad
pretende comerse a la otra mitad; siempre hubo Oriente y Occidente; siempre
hubo una diferencia: ideal contra materialismo. La mitad vive y lucha por
calefacción central, más agua caliente, igual confort, contra ideal. Nadie
murió nunca por confort, y sí por ideal. El materialismo y el confort se esconden
detrás del ideal para justificar su lucha. Nosotros los jóvenes somos fuertes
porque tenemos ideal, pero por simple gravitación del tiempo dejamos de ser
jóvenes, y ante la necesidad nos materializamos; en ese momento pasamos a ser
un peligro nacional; nos pasamos a la otra mitad, a la que deja el ideal y
procura lo material; cuanto mayores son nuestras aspiraciones. más peligrosos
somos y más es lo que queremos comer”.
Mientras el Nacionalismo renace
de una vertiente situada en lo alto de la escala social, FORJA nace de la
vertiente yrigoyenista, es decir de lo popular. Eso explica las diferencias
ideológicas y programáticas del Nacionalismo y FORJA a través de años. Así en
lo político, mientras el Nacionalismo da sus primeros pasos en la Revolución de
Septiembre, los forjistas la dan en contra. FORJA (Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina) se fundó el 29 de junio de 1935, afirmando una
misión económica y social, que define las características coloniales en ese
terreno, mientras el Nacionalismo insiste en los aspectos culturales. En noviembre
de 1945, se produce una profunda transformación en la política argentina, y
esto hace que nacionalistas y forjistas encuentren puntos de diferencias,
paralelos^ desgarramientos internos. Porque un sector forjista es igual a un
sector nacionalista por sus actividades. La tarea de FORJA fue contribuir a una
comprensión y que las ideas universales se tomaran según las necesidades del
país, y según su momento histórico las reclamasen, como creaciones propias en
su marcha ascendente, contribuyendo a la formación de una conciencia nacional.
Hay mucho de común entre nacionalistas y forjistas; no fue menester una
alianza, a pesar de que todos en forma desunida siguen un mismo propósito de
consagrar la personalidad humana en la cúspide de la razón, para honor y bien
de la Nación. No nos tomó de sorpresa el 4 de junio de 1943, al enterarnos que
FORJA, como fuerza cívica, acompañó al movimiento militar en forma fiel, serena
y valerosa. Si bien es cierto que consideró cumplida su tarea en 1945, y se
disolvió, en las puras corrientes de la opinión, perdura el recuerdo de su obra
y esfuerzos de imperecederas irradiaciones de su ideal netamente nacional, a impulsos
de sus más nobles sentimientos.
El general de brigada Benjamín
Menéndez unió las fracciones nacionalistas. El 23 de mayo de 1941, en el salón
de fiestas del hotel Castelar, se realizó una comida de camaradería con más de
mil comensales, presidida por el general Menéndez, sentándose a su derecha
Rafael Campos, ingeniero Rafael Ayerza, Vicente Curto, doctor Martín Torino,
doctor Carlos Gómez y Ramón Videla Dorna: y a su izquierda el doctor Ricardo
Donovan, arquitecto Pablo Hary, doctor Juan Silva Riestra, doctor Rafael
Emiliani, y el arquitecto Alejandro Bustillo. A los postres hicieron uso de la
palabra el doctor Silva Riestra, que terminó su discurso diciendo: “Esa es la
incompetencia de los políticos. Están engañados y están engañando. Se imaginan
que el país marcha y el país está como aquel so dado del relato famoso que creía
avanzaba y que al comenzar el alba se apercibió que en la noche cerrada había
estado marcando el paso £ el mismo sitio y en medio de la niebla”. El ingeniero
Ayerza comenzó diciendo: “.. .nos hemos reunido en esta comuna de franca unión
espiritual, pues a todos nos mueven y preocupan los mismos problemas que
aflijen a nuestra patria, en estas horas de confusión”. En su arenga el general
Menéndez entre otras cosas dijo: que la reunión era el punto de partida de un
movimiento para lograr la unión de todos los argentinos, para buscar soluciones
propias para los propios problemas. Recomendó propender a aumentar la virilidad
de la Nación, exhortando a todos a mantener la disciplina social para perpetuar
el avance de la razón y de la justicia.
La acción nacionalista continuó
en actos públicos, destacándose el realizado en el teatro Roma, de Avellaneda,
el 20 de junio de 1941, con una asistencia que colmó la sala. Habló Pérez, el
doctor Cutroneo en representación de los nacionalistas de La Plata, Lionel
Peuchot, jefe de la milicia nacionalista de Avellaneda, cerrando el acto el
suscripto. Estaba presente Juventud Afirmación Argentina.
El periodismo no fue ajeno al
movimiento Nacionalista. “Crisol”, fundado por el presbítero doctor Alberto
Molas Terán en 1930, en sus artículos de fondo se encuentran contenidos
filosóficos de ideales nacionalistas profundos, que el lector devora al momento
entusiasmado por el sentido combativo escrito en una terminología fácil para
quien no sabe derecho, ni política, ni economía, ni administración; en
consecuencia avivan los deseos y excitan los ánimos contra especuladores políticos.
“Crisol” tenía por lema: “La verdad no nos avergüenza".
El R. P. Molas Terán me sorprende
cuando aparecen algunos de mis artículos en forma destacada y con mi firma.
Aquí trascribo el publicado el 27 de febrero de 1932:
“La institución del periodismo
está fundamentada ”en razones de coexistencia social, que le imponen una ”
elevación de cultura para el estudio de los problemas ” del Estado, sin que en
ningún caso puedan descender ” a la diatriba que exacerba las pasiones y
extravía los ” criterios de los ciudadanos. Cuanto más seria y noble ”es la
crítica, más pronto y fuertemente se alcanzan los ” objetivos quo pueden tener
sus fundamentos. El derecho de cada uno fija un límite de los que tengan los ”
demás ; al que allana la órbita de lo extraño, con conceptos o con agresiones
de propaganda, cae en el círculo ’’vicioso de los delincuentes vulgares, máxime
si se am ” para en un medio de publicidad que sirve a veces de ” pasto para la
maledicencia, como sucede con algunos ” periódicos que sólo se leen por los
inhabilitados para ” desentrañar las finalidades de sus aviesos propósitos. —
Manuel de Lezica.”
En “Crisol” se destacó Enrique P.
Osés, y tomó la dirección a la muerte de su fundador. Con el mismo equipo fundó
“El Pampero” en el que hubo lugar para cualquier artículo que los nacionalistas
quisieran publicar, pero “El Pampero” tenía un sentido más germanòfilo que
nacionalista, durante la efervescencia de la segunda guerra mundial.
“La Fronda”, diario combativo,
tenía por lema : “Queremos una Argentina gobernada por argentinos”.
Lautaro Durañona funda “Cabildo”,
es más nacional y popular, pero también en sus artículos internacionales se
destaca el eje Berlín-Tokio, aunque no tanto como “El Pampero”. El
vicedirector, José María Fernández Unzain, poeta, periodista laborioso por su
trabajo, asiduo y constante, estaba en permanente contacto con los redactores,
entre los que se destacaba Roberto de Laferrere, quien atacaba la democracia
que vivíamos, por considerarla realmente inauténtica, experiencia periodística
combativa adquirida en “La Fronda”, donde redactaba una sección que denominó
“Damas radicales con bigotes” y mas tarde “Fichas de bigotudas”. Fernández Unzaín
me designó representante en Mar del Plata a fines de 1944, pero al ser nombrado
cónsul en Guayaquil no pude continuar.
“Bandera Argentina” tenía más
tinte nacional, pero estaba en la coctelera de la confusión del reencuentro nacional.
Su dirección y administración estaba en Tucuman 669, de la Capital Federal.
Los diarios “La Nación”, “La
Prensa” y “La Razón” no propalaban nuestro sentir, pero tampoco nos atacaban,
cumplían una misión informativa nacional e internacional de los
acontecimientos, sin banderías, con la resultante, que al no hacerse eco de
ideas foráneas, eran más nacionalistas que los diarios combativos que disponíamos.
La Cámara de Diputados formó una
“Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas”, y el 4 de diciembre, en
el Congreso Nacional fuimos interrogados por la Cámara, Epifanio Cayetano por
la Agrupación Carlos Pellegrini; por la Legión Cívica Carlos Rivero, en su
carácter de presidente, y Juan Manuel Tobio como secretario; por la Legión de
Mayo su presidente, Rafael A. Campos, y el suscripto; por la Agrupación Nacionalista
Laborista J. Benvenuto; por Acción Gremial Argentina Asdrúbal Figuerero. No se
publicaron nuestras declaraciones, ni se dio más trascendencia.
En febrero de 1943 se efectuó en
el salón Augusteo el Congreso de la Recuperación Nacional presidido por el
coronel Carlos A. Gómez, teniendo por vice al doctor Nimio de Anquín; vice 29 doctor
Franc L. Soler; vice 31? doctor Federico Leloir; secretario general doctor
Ramón Dolí; secretario doctor Abel Bonorino, doctor José María Rosa, doctor
Roberto G. Ramos, doctor Samuel Gradln y doctor Mauricio Ferrari. Asistieron:
Luis Agote RoBertson, Emilio Félix de Alzaga, Nimio de Anquín, Ricardo j;
Alberdi, Julio V. Aquino, Carlos Astrada, Guillermo Aldao Unzué, Jorge Aquino,
Arturo R. Angel, Fernando de Alzaga, Valentín Acevedo, Rafael Almiraty, .
Carlos Aráoz, Federico de Achával, Rafael Aguirre Lynch, Juan D. Amoretti, Juan
de Aráoz, Prudencio Ayuela, Héctor Bernardo, Abel Bonorino, Miguel Angel
Bordini, Luis F. Bracht, Lorenzo J. Butler, Ignacio Bunge, Horacio Barilati Bengolea,
Guillermo Brown, José M. Be rretta Moreno, Horacio Benítez, Rufino Benítez,
Federico E. Bracht, César Ruedo (h.), Alberto Britos Muñoz, Manuel BéíFeder,
Carlos Ballinas, Ricardo Baldrich, Miguel A. Bosch, Carlos A. Bernardo, René J.
Bedel, Alfonso von der Becke, Tiburcio Benegas (h.), Francisco Be llouard
Ezcurrá, José A. Balcarce, Angel Banfi, Osvaldo Berdina, Manuel D. Benavídez,
Víctor Bogard, Jorge Benegas, Eduardo Butler, Adolfo Cabrera, Luis A. Camar
tino, Alberto Caprile (h.), Carlos M. Castro Cranwell, Jorge Cid Besada, Oscar
R. Castilla, Emilio Cano Frers, Daniel C. Castro Cranwell, Florencio Castro
Cranwell, Carlos E^ Colautti, Alejandro Correa Luna, Teófilo Cu
yasTT^crnando'Cúllen, Jacobo Cordiviola Peuser, Ricardo Curuchet Oromí, Alfredo
M. Caprile, Hugo Calzetti, Alberto Contreras, Gustavo Campos, Víctor Correa
Luna, Juan F. Cabeza, Alberto Caride, Federico Corsiglia del Villar, Carlos
Eduardo Correa Luna, Alberto Campos, Luis Antonio Carzoglio, Alberto M. Campos,
Severo Carrizo del Moral, Jorge de la Cuesta, Horacio Calderón, Feliciano F.
Casanova, Adriano Díaz Cisneros, Ramón Dolí, Juan Manuel Duelos Peña, Luis G.
Drago, Osvaldo Horacio Dondo, Santiago Díaz Vieyra, Horacio Duraño na,
Filiberto Ornar Debarnot, Osvaldo A. Dighero, Tomás Devoto (h), Alejandro
Davini, Liniers de Estrada, Máximo Etchecopar, Alberto Ezcurra Medrano, Raúl de
Ezeyza Monasterio, Miguel Angel Etcheverrigaray, Alberto Espezel, José María de
Estrada, Matías Esteva, Alfredo Echagüe, Eduardo de Ezcurra, Alberto Elguera,
Nicolás Espiro, Martín de Elizalde, Miguel Echegaray (h), Alberto Estrada,
Pedro Ezcurra, Mauricio Ferrari Nicolay, Luis María Ferraro, Carlos A. Flores,
José Antonio Eilippini, Angel Ferreyra Cortés, Raimundo Fares José A. Francos,
Guillermo Ford, Marcelo Fagalde Marcelo Frías, Marcos Gigena Ibarguren César
Cnnyálor Iramain, Lorenzo Galfadoz, Gabriel Gálvez Bunge, Samuel Gradín,
Isidoro García Santillán, Virgilio
Giustianian Llambí, Carlos Gómez Alzaga, Vicente D. Gallo, Rómulo M.
Garona Carbia, Agustín F. Garona Carbia,
Juan F. Gurruchaga, Pedro B. Gutiérrez, Hipólito Gil Elizalde, Manuel
Gallardo, Agustín García Santillán, Jorge García Fernández, Eduardo García
Fernández, Federico Gigena Ibarguren, Lisandro Galíndez, Carlos Gius tinian
Llambí, Raúl Gándara, Arturo Giménez Fauvety, Martín Grondona, Cornelio A.
Gutiérrez Ruzo, Pedro García Garibay, Arturo García Montaño, Eusebio Gómez,
Antonio Gigena Ibarguren, Víctor Guarinoni, Federico Hoeffner, Martín
Harriague, Carlos Ibarguren (h), Federico Ibarguren, José Manuel Ibáñez,
Enrique ibargu ren, Federico Iriarte Udaondo, Jorge Ibarguren, Carlos Iriarte
Udaondo, Enrique Nicolás Kemper, Eduardo von Kaull, Américo Kenny, Roberto de
Laferrére, Bonifacio Lastra, Nicolás B. Lastra, Jorge Livingston, Héctor Augusto
Llambías, Francisco "Lapadula, Juan Carlos Len hardson, José Manuel Lavalle,
Francisco Lauría, Alberto Lavalle Cobo, Emilio Lamas, Roberto Jorge Leiva,
Jorge Laclau, Jorge Joaquín Llambías, Andrés Leguineche, Jorge Lavalle Cobo
(h), Mariano López Palmero, Milton Lima Mansilla, Juan Carlos Laferrére,
Faustino de Lezi ca, Ernesto A. Lombardi, Manuel de Lezica, Federico Le loir,
Horacio Lanús Mariño, Osvaldo La Valle, Federico López Saubidet, Carlos Alberto
Llambías, Julio Mestre Cordero, César F. Marcos, Carlos Mendieroz, Mario Molina
Pico, José Enrique Morad, Cecilio Morales, Carlos Morales Llerena, Eduardo J.
Muñiz, Gonzalo Muñoz Mon toro, José Manuel Moreno Bunge, Eduardo Mignaquy,
Alberto Magdalena, Carlos Muñoz Wright, Ricardo V. Murtagh, Juan R. P. Manzano,
Horacio Mackirilay (h), Luis JVÍercau Saavedra, Federico Massini Ezcurra, Enrique
Marcó del Pont, Pedro Meitin, Enrique Martínez Castro Videla. Diego Mantilla,
Carlos A. Meyrelles Torres, Francisco Raúl Medina, Marcelo Mujica Garmendia,
Carlos Menéndez Behety, Ernesto Marvenaro Boutell, Antonio Monti, Roberto Marcenaro
Boutell, José B. Mayoral, Adolfo Nanclares, Guillermo de Nevares, Guillermo E. de
Nevares (h), Horacio Novoa Zumárraga, José Luis Ocampo, Juan Pablo Oliver,
Ernesto Olivera, Luis V. Ochoa, Alfredo Ortiz de Rozas, Luis Ortiz de Rozas,
Julio Ojea Quintana, Francisco J. Oliver, Luis M. Otero Mon segur, Ramón Luis
de Oliveira César, Domingo Olivera, Mariano Olivera, Luis R. Oliver, Raúl
Oliver de Tezanos, Héctor Obligado, Alberto Obligado, Eduardo Oliveira Cesar,
Juan María Oromí, Luis María de Pablo Pardo, Arturo Palenque Carreras. Gregorio_
J/K. Petgom, Cesar E. Pico Evaristo M. Piñón, Francisco Prado, Lnnque Pearson,
Marcelo M. Pearson, Raúl F. Pampillo, Tiburcio Padilla (h), Hipólito J. Paz,
Guillermo Pezet, Enrique Píate, José Luis Peró, Eduardo Peró, Ambrosio Pons
Lezica, Lucas A. Padilla, Luis Pastorelio, Eduardo Pearson, Hernán Padilla,
Manuel Piehl, Miguel Pando Cara bassa, Julio J. Pertiné, Jesús H. Paz (h),
Marcial L. Qui roga, Ignacio Quiroga Molina, Víctor Rodríguez, Roberto G. Ramos,
Garios Rojas Torres, Angel Repetto, Juan P. Robbio Campos, Enrique Roca, Carlos
Gregorio Romero, J. Rawson Bustamante, Federico Ruiz Guiñazú, José M. Ramos
Mejía (h), Eduardo A. Roca, Néstor Raña y Quijarro, Eduardo Ramos Oromí, José
Eduardo Ríos, Manuel Risso, Carlos Steffens Soler, Héctor Sáenz y Quesada,
Marcelo Sánchez Sorondo, Hernán R. Seeber, Basilio Serrano, Vicente D. Sierra,
Jorge Strauss, Rolón Jorge Raúl Spika, Frank L. Soler, Alfredo Soares, Guillermo
Sundblad, Rafael L. Sitler, Horacio R. Stegmann, León Sayons, F. Seeber, A.
Sudbland, R. A. Sundbland, Marcelino Sepich, Manuel A. Soaje Pinto,
J._P._Spinetto Sáenz Valiente, Ricardo Silveyra (h), Diego""Sánchez
So roridó,' Pedro Arnaldo Suárez, Carlos Alberto Screnci, Jorge Schlleper,
Alfredo Tarruella, Fausto de Tezanos Pinto, Norberto Tornquist, Pedro Tilli,
Horacio V. Tedín, Jorge Luis Terrero, Carlos Alberto Torino, Fernando F. A.
Tornquist, Virgilio Tedín, José Luis Torres, Damián D. Torti, Gastón Terán
Etchecopar, Augusto Carlos Tormo, Raúl F. ferán, Luis A. Terán, Francisco
Uriburu Quintana, Alfredo Uriburu, Luis Ureta Sáenz Peña, Raúl Usandivaras,
Juan Carlos Villagra, Alfredo Villegas Oromí, Mario L. Villoldo, Roque P. Villa
Molina, Carlos Videla Marenco, Carlos Villegas, Enzo Valenti Ferro, Carlos
Viton, Guillermo Velar Irigoyen, Pedro Valerga Aráoz, Vidar Chávez, Jorge
Velázquez Pestaña, Ignacio Vidal Eduardo Villegas, Alberto Villar, Aníbal
Videla, Roberto Molina, Clemente Villada, Rufino, Alfredo G. Villegas, Luis G.
Villegas, Federico G. Walker, Lisardo Zía, Guillermo Federico Zavalía, Pedro
León Zavalía, Carlos Zam boni, Lorenzo Zelarrayán, Rafael Zambrano, Bartolomé
Zaneta.
Cuando el presidente doctor Ramón
S. Castillo, se hallaba en los delicados problemas del poder del Estado,
cumpliendo con todo lo estipulado en la Constitución, se apercibe que hasta la
providencia misma parece desencadenar la fuerza para una revolución, sin
encontrar la causa desencadenante; esforzándose en seguir en el orden dentro
del desconcierto, y pensó como racionalista ilustrado, pero se extravió
insensiblemente en una senda estrecha. Su moral siempre noble en sus
principios, se dirigió a la observación lenta, paciente y a una inducción prudente
y mesurada, con conocimientos subjetivos, que juzga como si fueran objetivos
trascendentales que deja hacer, pensando que dominará el peligro con su calma
catamarqueña inalterable; y por una razón inevitable y absoluta para discernir
las opiniones verdaderas de las falsas, llega a la conclusión, que no se encontrará
motivo para sustituirlo en el poder, pero el 4 de junio de 1943 fue la fecha
revolucionaria que puso fin a su mandato.
LEZICA DE, Manuel: Recuerdos de un nacionalista, Editorial
Astral, Bs.As., 1968, p.p. 97-123
Manuel de Lezica - El partido Nacionalista (1926)
EL PARTIDO NACIONALISTA
El nacionalismo es una realidad histórica y su primer planteo
se realizó, en mayo de 1810, entre los tradicionalistas y europeizantes, que
meditaron sobre la constitución de la primera Junta. Criollos y españoles se
vieron sobrecogidos y exhaustos ante la problemática de la realización, pero
con fe en el futuro, se evidencian como los primeros nacionalistas en actitud
de sentimientos que componen la trama de una conspiración, en que saben que sus
actitudes ordinarias y extraordinarias, los pueden conducir a la muerte. No hay
noticias del liberalismo entre los bandos en pugna a pesar de la traducción al
español del “Contrato Social” realizada por Mariano Moreno con el agregado de
“Cristianización de los errores y herejías de Juan Jacobo Rousseau”, que fue
muy leído.
* *
En 1928, renació el nacionalismo como movimiento juvenil de
manifestación de oposición al Yrigoyenismo, sin considerar que el presidente
Hipólito Yrigoyen, en su esencia y conciencia, era nacionalista en su
pensamiento y Radical en su política. En la iniciación del movimiento
revolucionario había un sentido de deseo de la iniciación de un gobierno mejor,
pero carecía de doctrina política, hasta 1930 en que se publica “Una nueva edad
media”, en la que su autor Berdiaeff trasunta una concepción cristiana en beneficio
de los ideales patrios, contribuyendo al desarrollo del orden moral. Fue en
aquellos momentos en que el nacionalismo parecería una reproducción del
movimiento católico de 1884, iniciado a raíz de la encíclica pontificia
“Humanus Jenus", atacada por Domingo Faustino Sarmiento.
PARTIDO NACIONALISTA ACTA DE CONSTITUCION
En la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la República
Argentina, a un día del mes de octubre del año un mil novecientos veinte y
seis, en la casa de Don José Guerrico, calle Arenales, número un mil treinta y
siete, se reunieron, por invitación de los señores José Guerrico, L. Marcelo de
Lezica, Adolfo Mugica, Tomás J. Barry, Eduardo Pellet Lastra, Miguel Sorondo,
Marcos A. Ta- veira, Juan José García, Francisco Borone, Luis Máspero y Silvio
M. Peri, los ciudadanos cuyos nombres figuran al margen y que han firmado el
registro de asistencia que es parte de esta acta. Siendo la vigésima segunda
hora, el dueño de casa declara abierto el acto y dice que el objeto del mismo
es dar cuenta de una serie de gestiones realizadas desde hace varios meses, en
pro de la organización de un partido “NACIONALISTA”, impersonal, rigurosamente
democrático y principista en la Capital Federal; que dicho partido tendría su
programa, estatutos, etc., orientados en el sentido de afirmar sólidamente nuestra
nacionalidad, fomentando las industrias nacionales y apoyándose en las fuerzas
vivas, en las fuerzas productoras de energía y de riqueza, fuerzas que han sido
des-preciadas por la pseuda política de hoy. Dijo luego que las gestiones
encaminadas a la constitución de ese partido, han tenido un éxito discreto y
que en varias partes de la ciudad se cuenta con importantes núcleos que están
dispuestos a prestar su decidido apoyo a la agrupación que se trata de fundar.
Terminó manifestando que la Asamblea, si lo consideraba oportuno, debía
pronunciarse sobre la conveniencia de declarar fundado el “PARTIDO
NACIONALISTA” y en caso afirmativo designar las autoridades provisorias a cuyo
cargo estaría la dirección de la Asamblea que se realizaba. Los asistentes
aplaudieron entusiastamente las palabras del señor Guerrico y después de
aprobar las gestiones realizadas en pro de la constitución del nuevo partido
designaron Presidente provisorio al nombrado D. José Guerrido y Secretarios a
los señores L. Marcelo de Lezica y Eduardo Pellet Lastra. Los designados
ocuparon sus puestos entre los aplausos de los presentes y a continuación
expresó el señor Presidente: “Corresponde bautizar el partido político que
acabamos de fundar”. Cedida la palabra al señor Mugica, dijo al respecto: “Los
organizadores hemos resuelto llamar a ” la nueva fuerza cívica PARTIDO
NACIONALISTA ” pues es un nombre que nos dice muchas cosas: Nos ” habla de
nuestra tradición, de nuestros más puros sentimientos de argentinos, de los más
caros recuerdos del ” terruño. Envuelve todo un programa de acción y de
”gobierno”. Las palabras del señor Mugica son recibidas con visibles muestras
de aprobación y la Asamblea, por unanimidad aprueba el nombre que los
organizadores han resuelto dar al partido. El asunto siguiente de la Orden del
Día, dice el señor Presidente, lo constituye el programa de la agrupación. Se
da lectura a un proyecto suscripto por los señores Mugica, Lezica y Barry, el que,
después de ligeras modificaciones, queda sancionado en la siguiente forma: “El
programa de principios del Partido Nacionalista, estará condensado en los
siguientes ’’propósitos: l9 — Afirmar vigorosamente el sentimiento” de la
nacionalidad por el respeto de la Constitución y el ’’culto de las tradiciones.
2?— Estabilidad del régimen ’’que asegura la existencia y ampara el ejercicio
de la ”propiedad individual, defendiéndolo contra la persecución de los
impuestos extorsivos e inicuos. 39 — Representación proporcional de las
minorías en las elecciones ’’políticas. 49 — Presupuestos equilibrados,
observancia ”en los gastos de un régimen estrictamente legal. 59 —
Reducción de impuestos a los artículos de primera necesidad,
contemplando los intereses de los Capitales y ” obreros vinculados a las
Industrias Nacionales. 6^ —
Fomento de la sub-división de la tierra pública a fin ”de que
el poblador o colono pueda llegar a la adquisición ” de la propiedad en
condiciones ventajosas para él y para ” el Estado. Reducción de gastos en las
operaciones a plazos de la pequeña propiedad. Difusión del crédito agrícola,
abaratamiento de los medios de producción y de ”transporte. 7° — Organización
del trabajo en forma que “ofrezca seguridades de estabilidad al capital
invertido en ”industrias, a la vez que legisle en favor del obrero para ”
obtener la participación proporcional en el valor del ” producto industrial,
seguridad e higiene en los talleres, ” reparaciones en caso de infortunio,
protección a la vejez, a las Cooperativas de consumo y a las sociedades de ”
edificación de casas baratas e higiénicas. Tribunales de "conciliación y
arbitraje. 89 — Fomento, distribución y ”protección de la inmigración
seleccionada. 9^ — Plan ”general de vialidad e irrigación a fin de favorecer el
” desarrollo de las fuentes de riqueza de las provincias. ” 10. — Difusión de
la instrucción primaria y profesional, mediante la multiplicación de las
escuelas, hasta donde ” lo permitan los recursos y los medios. Reglamentación ”por
Ley de la enseñanza secundaria y normal, a fin de ” asegurar su estabilidad; orientación
de la superior, armonizando los conceptos teóricos con las modalidades y ”
exigencias del país. Legislación sobre el magisterio, que ”asegure:
Permanencia, ascensos y retiro oportuno al ’’personal docente. 11. — Administración
de justicia honesta, rápida y económica. 12. — Independencia de los ”Tribunales
encargados de la clasificación del personal ” del Ejército y Armada a los
efectos de la estricta justicia en los ascensos. Régimen procesal y punitivo
que, ”sin afectar la disciplina, amplíe la defensa y suavice la ” represión,
reconociendo en el conscripto al hombre y al ” ciudadano, con pasiones y con
honor. 13. — Fundación ”de colonias para penados, modificando fundamentalmente
el actual sistema Penitenciario. 14. — Fomento de las ”instituciones privadas
que tiendan a hacer práctico el ’’ahorro por pequeñas cantidades. 15. — La ley
general ” sobre empleados públicos bajo los principios de competencia,
estabilidad y ascensos”. Sancionado el programa precedente, manifestó el señor
Barry, que los invitados a esta reunión habían omitido, por olvido, la
presentación de un^ proyecto de estatutos, razón por la cual y dado también lo
avanzado de la hora, proponía que se nombrara una junta de gobierno, compuesta
de un Presidente, un Vicepresidente, tres Secretarios, un Tesorero y Protesorero
y veinte Vocales, la que tendría la siguiente misión: “a) Dictar el estatuto
del partido, b) Considerar si existe conveniencia en que el partido tome parte
en las ” próximas elecciones Comunales y en caso de resolverlo ”
afirmativamente, redactar la plataforma electoral que ” sostendrá la
agrupación; elegir los candidatos a Concejales y correr con los trabajos
previos a ese acto, instalando los Comités y Subcomités que considere necesario,
patrocinando conferencias y demás actos de propaganda que estime conveniente,
c) Procurar los fondos ” necesarios para la vida de la agrupación, d) Llenar
las ’’vacantes que se produjeran en su seno, e) Realizar to- ” dos los actos de
gobierno del partido, hasta que las autoridades creadas por el estatuto que la
Junta de Gobierno ” sancione, entren en funciones, lo que deberán hacer ’’antes
del mes de julio del próximo año”. El proyecto del señor Barry dio lugar a una
larga discusión, en la que intervinieron varios de los presentes. Cerrado el
debate por moción del señor García, la Presidencia lo puso a votación en
general, siendo aprobado. En particular sufrió una modificación el inciso (e)
que quedó redactado en los siguientes términos: “Realizar todos los actos de ”gobierno
del partido hasta el mes de marzo próximo, en ” el cual deberán hacerse cargo
de la dirección del mismo, las autoridades creadas por el Estatuto sancionado ”
por la Junta de Gobierno”. A continuación, preguntó el señor Presidente si la
elección de la Junta de Gobierno se realizaría en la presente sesión o si sería
motivo de otra. A moción del señor Barry, se resolvió realizar la elección
inmediatamente y por indicación del señor Peri se acordó designar los componentes
de la Junta por aclamación. Se pasó en seguida a hacer esas designaciones
re-cayendo los nombramientos en las siguientes personas: Presidente don José
Guerrico; Vicepresidente don Adolfo Mugica; Secretarios Arturo Bayala, Faustino
I. Parera y Vicente P. Valía; Tesorero L. Marcelo de Lezica; Protesorero Delfín
Huergo Paunero; Vocales Tomás J. Barry, Silvio M, Peri, Octavio Piñeiro
Sorondo, Carlos Sidders, Luis Máspero, Fermín R. Salaberry, Marcos A. Taveira,
José A. Babuglia, Alfredo Lazcano, Martín Sánchez, Antonio Baibiene, Miguel
Sorondo, Eduardo Pellet Lastra, Ernesto Laspiur, Francisco Borone, Juan José
García, Pablo Sola, Angel E. Ibarra García, José Demaría Sala y Carlos Nevot.
Una vez elegida la Junta de Gobierno, dijo el señor Mugica: “Antes de aceptar
el cargo honroso ” para el que se me ha elegido, debo aclarar, en nombre ” del
señor Guerrico y en el mío propio, la situación en ” que ambos nos encontramos.
Representamos los dos, en ”el Concejo Deliberante a una fuerza cívica que en su
” hora salvó al país de las garras del despotismo. Me refiero a la
Concentración Nacional. Hace unos meses la ”Concentración Nacional recibió la
invitación de un grupo de ciudadanos para contribuir a la organización de ” un
partido liberal nacionalista en la capital. El objeto ”de los iniciadores de
ese movimiento, era el de refundir ” en una sola a diferentes fuerzas políticas
que en la ” capital se sienten adversas a los dos partidos dominantes y la
creación de nuevos núcleos que hiciera posible la organización de un partido
respetable y serio.
La Concentración Nacional por mandato de su Convención,
resolvió adherirse a esos trabajos y desde entonces los hombres que estábamos a
su frente, hemos bregado por llegar a un resultado positivo. La tarea no fue ”
fácil y a las dificultades encontradas se debe el que ” algunos de los que nos
acompañaron en la primera hora ” hayan desertado y a que otros hayan
constituido grupos ” disolventes que nos vimos obligados a separar del grupo ”
organizador, pero al fin los que teníamos el propósito ” de constituir el
partido en cuya organización estábamos ” empeñados, hemos podido estrechar
filas y llegamos a ” esta reunión decididos a trabajar por el bien de nuestro ”
país, confiando en que nuestra acción será sana, honesta y capaz. Esta Asamblea
ha ratificado nuestra gestión. Yo agradezco sinceramente esa aprobación y ya ”
fundado el nuevo partido, daremos cuenta al comité de ” la Concentración
Nacional de todo lo hecho a fin de que ” aquella fuerza se adhiera
definitivamente a la nueva”. Después de los aplausos que el señor Mugica
mereció por su exposición, el señor Presidente manifestó que la Junta de
Gobierno funcionaría en el local en que lo hizo la Junta Organizadora, situado en
la calle Lavalle número seiscientos cincuenta y cinco. El señor Barry propuso
que se diera cuenta inmediatamente de la constitución del Partido a la Junta
Electoral, resolviéndose afirmativamente. El señor García expresó sus deseos de
que la Junta de Gobierno hiciera lo posible por continuar aportando los
recursos indispensables a los Comités que constituyeran los organizadores a fin
de que aquellos pudieran continuar funcionando. Después de aceptarse una moción
del señor Lezica consistente en que se considerarán fundadores del Partido a
los que en el término de ocho días firmaran el registro de asistencia que
suscribieron los presentes al iniciarse la sesión y de designar a los
invitantes para suscribir el acta de esta Asamblea, se levantó la sesión siendo
las dos y treinta horas del día dos de octubre del año up supra.
Firmado: José Guerrico, L. Marcelo de Lezica, Adol¬fo Mugica,
Tomás J. Barry, Eduardo Pellet Lastra, Miguel Sorondo, Marcos A. Taveira, Juan
José García, Francisco Borone, Luis Máspero y Silvio M. Peri.
Es copia fiel del acta de constitución del Partido Nacionalista
que corre de fojas una a fojas siete del libro de Actas de dicho partido. — Buenos Aires, octubre 4 de 1926.
Los movimientos nacionalistas, prolegómeno de conjuntos, o
parte de la vida individual y colectiva que procura desarrollar un auténtico
ser argentino, se encastraron el 6 de septiembre de 1930, inflacionados con el
materialismo de época, en que sin ser todavía espiritualistas, domina la
pasión, la idea y el deseo de acción, con plena manifestación de voluntad de
ejecución de hechos, pero en el mundo exterior de los sentidos, aún no había
espiritualistas y si bien todos coincidíamos, nos dividimos sin luchas, para
seguir a un grupo de hombres que propalaban teorías del más puro sentir
nacional.
LEZICA DE, Manuel: Recuerdos de un nacionalista, Editorial
Astral, Bs.As., 1968, p.p. 87-93
Testamento de Juan Manuel de Rosas
APÉNDICE XVI
TESTAMENTO DE ROSAS
COPY •
Southampton, Agósto veinte y ocho ele mil ochocientos sesenta y dos.
En el nombre de Dios todo poderóso y el de María su santísima Mádre, yo Juán Manuél Ortiz de Rosas, y López, por el presénte renuévo éste mi Testaménto, que escribo en mi entéro juicio, con mi própia máno y completamente buéno.
Priméro — Cómo désde mi juventud he tenido siémpre hécho mi Testaménto, que he renovado múchas véces, según lo he necesitádo, decláro sin ningún valór, en ningún tiempo ni cásos, tódos y cáda úno de los anterióres.
2° — Nómbro por mi Albacéa al Honorable Lord Vizcónde Pálmerston, con facultád pára nombrár ótro en su lugár en los cásos que le fuéren necesários. En el de su muérte, nómbro á la persóna que desempeñe el Ministerio de Relaciónes Exte- rióres, del Gobiérno de Su Majestád Británica. Así procédo porqué habiéndo el Gobiérno de Buenos Ayres confiscado injusta e ilegalménte, mis biénes, éntre los que están envuéltos los de mi hija Manuelita Rósas de Terréro, que tiene ya ( ) dos hijos ingléses, los mas de diez áños que téngo de residéncia en éste País, sin habér salido fuéra de sus límite, ni un solda, con úna condúcta honráda, y las tan finas como amibas consideraciónes con qué me han favorecido el Honoráble Lord Vizconde Pálmerston, me impulsan, y animan, a ésta elección.
3° — Mi funeral débe ser solaménte una Misa rezáda, sin pómpa ni aparáto alguno.
4° — Mi cadáver será sepultado en el Cementério Católico de Southámpton, en úna sepultúra moderáda, sin lújo de clase alguna, pero sólida, segúra, y decènte, si es que hay hacérlo asi con mis biénes sin ningún perjuicio de mis heredéros..
En élla se pondrán a la par de los míos los de mi compañera Encarnación, y los de mi Pádre y Mádre, si el Gobiérno de Buénos Ayres lo permite, prèvia la correspondiénte súplica.
5° — Cuándo mis biénes seán del (2) devuéltos, se entregarán a beneficio de las Iglésias de Southámpton, quinientas libras esterlinas, ciénto al Reverèndo Obispo M. Grant, y ciénto al Reverèndo Mh. Mount.
6° — A nadie débo álgo ni en dinéro, ni en cósa algúna que lo válga. — Péro cuando mis biénes me séan devueltos, hay que pagár las cuatro mil libras esterlinas, que débo entonces devolvér y entregar con los interéses correspondientes, según las contratas que están en mi podér, y mis recíbos que presentará la compañía.
La entréga débe hacerse; una cuárta párte á los seis meses, otra al áño, ótra á los diez y ócho méses, y el rèsto á los dos áños, con el interés del diéz por ciento al áño, désde la fha. de cáda entréga recibida por mí, según y en los términos que se exprésa en las contrátas, y en los ya enunciádos mis recibos.
6 1/2 — Todo cuánto poséo es mio própio sin intervención, ni sociedád con nádie. — Náda más tengo ni en Europa, ni en América, ni en parte algúna, que lo que está publicaménte en Buénos Aires a la vista de todos, únas tiérras, seis leguas de frénte con ócho de fondo, qe. me fueron donádas el áño veinte,
(2) Testado: del.
y posteriorménte, con dóble repetición, y encarecimiénto, para obligarme a su aceptación, por la Legislatúra de Santa Fée, al Sud de ésa Provincia, cuya donación admití con permiso de mi Gobiérno; y el diner (*) háber que pudiéra tener a mi fávor mi cuenta corriénte con los Señóres D. G. J. Dickson y Compa.
7° — Soy acreedor al Estádo de Buénos Ayres por el importe de (116$000) ciénto diez y seis mil réces, novillos y vácas gordos, cuarenta mil seisciéntas ovéjas, todo de mi propiedád, consumidos los unos, y empleádos los ótros en los ejércitos de Buénos Ayres — De éllos están en mi poder algúnos recibos, cómo de la désima párte, de los que diéron los Juéces de Pas á mis capatáces. Por delicadéza no pedí a la Honorable Legislatura, duránte los veinte y tantos áños de mi Administración, se me hiciera el abóno correspondiénte. — Mi Albacéa solicitará del Gobiérno de Buénos Ayres, el debido págo. — Solicitará también el de sesénta mil cabézas de ganádo, entre vácas, novillos y ternéros, mil buéyes gordos de lo mejor, tres mil cabállos buénos sános, cién mil ovéjas, cién mil anim. yeguarizos y demas de mi propiedád, de que ha dispuésto el Gobiérno, désde el dos de Febrero de mil ochociéntos cincuenta y dos; y exigirá también de todos ésos créditos a mi favor, los interéses correspondiéntes del seis por ciénto al áño, capitalizándolos cada séis méses.
8° — Todo cuánto me dében los pobres, lo cédo en su beneficio.
9° — A mi hijo Juán Ortiz de Rosas, entregué al póco tiémpo luégo del fallecimiento de su Mádre, todo lo que le tocába por Herencia Materna — Consistía en las Estáncias ““Encarnación””, y “Sn. Nicolás””, con veinte leguas de tiérra cuadrádas, cinco mil ochociéntas cabézas de ganádo vacúno, de áño arriba, inclúso lo que ya había recibido ántes en el Azúl, y los cabá- llos, yéguas, ovéjas, útiles y demás correspondiéntes. Se recibió también de un terreno sóbre el Riachuélo en la Ciudád de Buénos Ayres, en la párte interiór, con los fondos ácia la covaleséncia, cuya superficie tiéne cómo de novénta a cién., ó mas cuádras cuadrádas.
(1) Testado: diner.
Posteriormente se las compré (1) sabiéndo yo que Juán estaba próximo a vender ésas veinte léguas cuadrádas, se las compré, y pagué a mi dicho hijo Juán, en cuatrociéntos mil pesos, ésas mismas referidas veinte léguas cj|a drádas correspondiéntes a las Estáncias “Encarnación” y Nicolás". — Y los ganádos con sus poblaciónes, los compré a Sr. Dn. Simón Pereyra, a quién los había ya vendido dicho Juán.
10° — Todas las alhájas que tiéne mi hija Manuelita de Rózas, de Terréro, que yo le compré, ó le di, son de su pura y legítima propiedád.
11° — He entregádo a mi dicha hija, las Escrituras de las cinco cásas siguiéntes, que le pertenécen por Heréncia Materna. — La que fué de Dn. Diego Aguéro. — A esta correspónde el jardín de los corredóres, y su terréno. La que fué de D. los Sta. María. — De ésta es el pátio de los cinco naránjos y úna lima. — La compráda a Da. Rafaéla de Arce. — La que fué del Canónigo Doctor Dn. Saturnino Seguróla; y la compré a Dn. Francisco del Sar. — Esta es con las excepciones siguiéntes, que no son de Manuelíta, por habér yo agregado ésos pedázos de tierra a mi cása, que es la que compré a mis Pádres políticos, Dn. Juán Ignacio de Ezcúrra, y Da. Teodora de Arguibel y Ezcúrra. — Parte del terréno en que está edificado el Salón principál. — El en que lo están también la cocina, el cuárto del cocinéro, las letrinas y el patio con e1 corredor de aquélla y estas.
12° — A Eugénia Cástro én correspondencia al cuidádo que asistió a mi Espósa Encarnación, a habérmelo ésta recomendádo poco ántes de su muérte, y a la lealtad con que sirvió asistiéndome en mis enfermedades, se le entregarán por mi Albacéa, cuando mis bienes me séan devueltos, (800$) ciéntos pésos fuértes metálicos.
13° — A la misma Eugénia Castro, pertenécen, la cásale que fué de su finádo Pádre, el Coronel Dn. Juán Gregório Castro, cita, de la Concepción pára el cámpo, la que le entregué como de su legítima herencia; y un terréno contiguo, que para élla compré y le regalé.
Las escrituras de aquélla y de éste, las mandé al Señor Dn. Juán Nepomúceno Terréro. Entiéndo habér éste entregádolas ya a Eugénia.
14° - Son de la misma los (41.970 ps. 5 ½ reales) cuarenta y un mil noveciéntos seténta pésos, cinco y médio reáles, que según mi cárta fécha ocho de Febréro de mil ochociéntos cincuenta y dos al Sr. Dn. Juán N. Terréro, deposité en su poder, como propiedad de dicha Eugénia.
15° — Entiéndo también que ya asimismo, á entregádo dicho Señor, ése dinéro á la misma Eugénia. — A Vicénte, su hermano, correspónden (20.985 ps. 2 ½ rs.) veinte mil noveciéntos ochénta y cinco pésos dos y medio reáles, de su heréncia y réditos, duránte yo la manegé.
Su Pádre solaménte dejó la casita en mal estado, de la que tasada que fué la párte que tocó a Vicénte se la adjudiqué en dinéro, del correspondiénte á Eugénia. — Así quedó la cása. tóda de Eugenia puraménte.
Estos 20.985 ps. 2 ½ rs. los deposité también en poder del Sor. Juán N. Terrero, pára que los tubiéra a la disposición de Vicénte, según mi referida cárta al mismo Sor. escrita el 8 de Febréro de 1852. — Y entiéndo del mismo modo que ya también ha entregádo ese dinéro a Vicente.
16° — A mi muy querido amigo, a mi sincero consuelo en la prisión de mi pensamiénto, en la soledad de mi destino, y pobreza, el Señor Dn. José María Róxas y Patrón, se entregarán por mi Albacéa con preferencia, doce mil pesos fuerte metálicos, que le pertenecen por las cantidádes con que hasta la fecha me ha auxiliado; mas los réditos al tres por ciénto, al año, desde el treinta de Marzo de mil ochocientos cincuénta y ocho, mas mil pesos fuertes metálicos cada año, desde el (25) veinticinco de Junio del presente áño de mil ochocientos sesénta y dos, durante yo viva, o mis bienes no me sean devueltos, o yo no anote en éste testamento haber terminádo ésta mi obligación, o no haber recibido el todo, o parte, de ésos mil pesos fuertes metálicos, que seguiré recibiendo en cada año por trimestres de a cincuenta libras esterlinas (£ 50) — Tanto los doce mil pesos fuertes indicados, como los mil que recibiré en cada año en adelante, según queda referido, serán entregados, en el caso de muerte del Señor Dn. José María Róxas, y Patrón, a su Espósa la Señóra Da. ¡Manuelita de Vivar de Róxas, y Patrón, a quien en tal caso, precisamente corresponden según nuestro acuerdo con el referido Señor Róxas.
Al mismo Señor Róxas, en justa correspondéncia a sus distinguidos servicios, en la epoca que presidí el Gobierno de la República Argentina, como su Géfe Suprèmo (y con expeciali- dad por los importantísimos recursos que me facilitó para el mejor, y mas complèto resultado del negocio pacífico con los Indios pámpas; campáña contra todos los Indios de los desiertos del Sud, en la que fueron muertos veinte mil, y reducidos también cómo otros veinte mil a la obediencia del Gobierno; "apertura de las costas que se desenvuélven desde la Cordillera de los Andes hasta el afamado Magailánes, en los años 33 y 34), se entregará también por mi Albacéa, el Pabellón que triunfante siempre, flameó en todas esas costas, cordilleras, Penínsulas, Bahías, Cerros, Payen, Clemente López, Rios Negro, Balchitas, Colorádo, Neuquén y demás Ríos de ésas costas del mar, y de las Cordilleras, Río Grande y grandes lagos, habiendo ademas librado del Cautiverio, a más de seis mil Argetinos y Chilénos, cristiános, la mayor parte mugeres, lodos los que volvieron al seno de sus familias.
Muerto el Señor Dn. José Maria Róxas, ese Pabellón pisará a su Espósa, la Señóra Da. Manuelita Vivar de Roxas, ] Patrón; y muerta ésta a cada uno de sus hijos, e hijas, por escala de mayor edád. — Muértos estos pasará a mi hija Manielita de Rosas de Terréro, y por su muerte a sus hijos y míos netos, Manu eli to, y Rodrigo, por escala de mayor edad.
Y tanto por los servicios enunciados con qué el feñór Róxas me ha auxiliado, y servido como también por los que con las lúces de su ilustráda capacidad, con su pluma, r l°s sabios consejos de su gran práctica, y estudios en los gímeles» Negocio del Estádo, me ha ayudado en el trabájo de las
sobre la Ley Pública la ótra; y sobre la ciencia médica la ótra; mi Albacéa le entregará también la espada púño de oro, que me presentó la Honorable Junta de Representantes de Buénos Aires, por las Victórias en la Campáfía a los desiertos del Sud en los años 33 y 34.
Esa espáda está sin la vaina que he vendido para atender mis urgentes necesidades.
Muérto el Señór Róxas, pasará a su Espósa la Señora Da. Manuelita, por muérte de ésta a cada uno de sus hijos e hijas por escala de mayor edad, y por muérte de éstos, a cada uno de los hijos, e hijas de mi primer amigo el Señor Dn. Nepo- muceno Terréro por la escala de mayor edád.
Y además entregará también mi Albacéa, al Señor Róxas todos mis papeles curiósos, y libros manuscritos, con excepción de las tres óbras, sobre la Religión, la una; Ley pública la ótra, y ciencia médica la ótra, que según la cláusula siguiente 17 tomará para sí el Honorable Lord Visconde Pálmerston, por su muerte su Espósa la Esclarecida Lady Pálmerston, por su muerte de esta la persona que en tal caso es nombrada mi Albacéa por muerte de Lord Pálmerston.
Esos papéles curiosos y libros manuscritos por muerte del Señor Róxas, pasarán a su Esposa la Señora Da. iManuelita, muerta esta pasarán a mi primer amigo el Señór Dn. Juan Ne- pomuceno Terrero; muerto este, a su Esposa la Señora Da. Juanita Rábago de Terréro, y muerta esta, a cada uno de sus hijos, e hija por escala de mayor edad. — Y es mi explícita voluntad disponer, mandar, y declarar, como lo hago, quedar el Señór Dn. José María Roxas, y Patrón, y la señora Da. Manuelita, su Esposa, facultados para vender o regalar, o colocar donde quiéran, cualquiera de esos artículos o todos ellos, sin limitación de ningún género, en ningún tiempo, ni caso, antes o después de mi muerte.
17° — To Right el Honoráble Lord Vizconde Pálmerston (!) tomará para sí las obras escritas por mí durante mi permanencia en este Imperio Británico, desde Mayo de mil ochocientos cin cuenta y dos, a las que seguiré agregándo lo que pueda y crea conveniente.
(i) Sic: nota de los copistas.
Por la muerte del referido Lord Pálmerston, pasará a su Esposa, la Esclarecida Señóra Lady Pálmerston; y por muerte de esta a mi Albacéa.
18° — A mi primér amigo el Señor Dn. Juán Nepomiino Terréro, se entregará la espada que me dejó el Excelentítno Señor Capitán General Dn. José de San Martín (“y que lo acompañó en toda la guerra de la Independencia”) “por la firmeza con qué sostube los deréchos de mi Pátria”. — Muerto mi dicho amigo, pasará a su Esposa la Señóra Da. Juanita Rábago de Terréro, y por su muerte a cada uno de sus hijos, e hija, por escala de mayor edád.
19° — Y es muy explícita prevención que al dicho Seño Dn. Juán Nepomucéno Terréro, mi primer amigo y compañero, se entregue todo cuanto me correspónda, y de que pudiendo yo disponer ségun las Leyes, no sea incluido, ni corresponda a las cláusulas de este Testamento, ni á las posteriores adiciones que yo le hiciere. — Muerto mi amigo, esta entrega se hace a su digna Espósa, mi muy amada comadre, la Señóra Da. Juaníta Rábago de Terréro, y por muerte de ésta, pasará a mis hijos Juan y Manuelíta.
20° _ La mitad de mis libros impresos en Español, se entregará a mi hijo Juán, y la otra mitad a mi hija Manuelita.
21° — Mis libros en Ingles, Francés, y otros idiomas que no sea el Castelláno, se entregarán a mi hijo Político el Señor Dn. Máximo Terréro, debiendo ser incluido entre los libros que se le entréguen, el Archivo Americano, y otros libros que sean impresos también en Español, Ingles, y Frances, o en cualquiera otros idiomas, amás del Español.
22° — Mi ropa, y reloj con su cadena, también como él de oro, los dejo a mi hijo Juán Ortiz de Rozas.
23° — La Medálla con sesenta o más brillántes, que rfl presentó la Honorable Representación de la Provincia de ítenos Aíres en testimonio de gratitud por la Campaña a los d(*ertos del Sud en los áños 33 y 34, la regalé a mi hija Manuela de Rosas de Terréro, para que hiciera de ella lo mejor que le agradare.
24°— En el largo período de mis ocupaciones públicas, no me fué posible arreglár con los Señores Dn. Juán José, y Dn- Nicolás Anchoréna, el precio de mis servicios y de mis gastos en su beneficio. — Después durante el tiempo de mi administración, y como Géfe del Estádo, siguió aún mayor ésa imposibilidad. — El tiempo no me bastába, ni aun pára el más preciso descánzo. Y désde el dos de Febrero de mil ochocientos cincuenta y dos, nada he escrito al Señor Dn. Nicolás, ni después de su muerte, a su Viuda la Señóra Da. Estanisláda, ni a sus hijos, porqué, el silencio de aquéllos, y de éstos, me hacía conocer sus temóres. — Y aunqué el Sor. Dn. Jn. Nepomucénc Terréro ([1]) bien conocér en algúnas de sus cartas, finos ofrecimientos hacia mi, del Sor. Dn. Nicolás, cómo éste nada mE escribió, ni me dijéron sus hijos cuando viniéron a Európa, yo también creí prudente continuar en el mismo silencio, puesto que en las circunstancias del Pais y las mias, podrían mi cartas causárles algún mal.
Péro muérto yo, mi Albacéa débe arreglár ése asúnto, pidiendo yo el importe de ésos mis largos y muy riesgosos servicios, pues que les fundé y cuidé, varias estáncias, en los campos entónces más expuestos a las invasiónes de los Indios, cuando éstos en el áño 1818, su primera tolderías empezáran en la ““cabeza del Toro”” a la córta distancia de trés y cuátro léguas del saládo, y seguían numerósas sin interrupción, muy inmediátas, a esas estáncias de los S. S. Anchoréna, que poblé y cuidé más de dóce años.
El Sor. Dn. Juán José Anchoréna, y después el Sor. Dn. Nicolás, su hermano, varias véces quisiéron entregárme el dinero en que yo estimase mis servicios, péro nada quise recibir, manifestando siémpre el desinterés con que les serví, y por misocupaciones públicas, así, de acuerdo entre ambas pártes, dejábamos ése arreglo para mejor oportunidad.
Después de mi retiro de la vida pública, en los ónce áños corridos, he tenido sobrado tiempo pára meditar, y arreglar el précio de mi trabajo. — Considéro justo se me abone por los heredéros de mis primos, los S. S. Dn. Juan José y Dn. Nicolás Anchoréna, y sus Viúdas, o ya sea por la testamentaría,
doscientos pésos fuértes metálicos en cada mes,
que en doce años son veinte ócho mil pésos fuertes
metálicos 28 800
El rédito en 23 áños desde el treinta, al 6% 39.744
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68.544
Cuatro mil pesos que entregué a Dn. Urmestáda
Ramírez pára las compras, gástos de peones, y
demás en las conducciones de las haciendas a los
Inojales y a los Toldos viejos, donde lo mataron
los Indios, como a todos los peones ............................. 4.000
Mis gastos en las comiciones a Sta. Fé, Entrerríos,
y en ótras diferentes empresas patrióticas, por
cuenta de los S. S. Dn. Juan José de Anchoréna,
y Dn. Nicolás Anchoréna ................................... 6.000
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78.544
Son setenta y ocho mil quinientos cuarenta y cuatro pesos fuertes metálicos.
Los S. S. Dn. Juan N. Terréro, y su hijo Dn. Máximo están impuestos de lo que me deben Dn. Martín Farías, Carabajal, el finado Encargado de Negocios del Gobierno Boliviano Dn. N. Rodríguez, Dn. Pasquál Perédo, Dn. Juán Genaro Cháves, Mr. Hallet, Ex. Editos de la “Gaceta Mercantil”, la Señora Da. Maria Josefa de Ezcurra, el Señor Dn. José Maria de Ezcurra, y otras personas.
Y en fé de todos y de cada una de las veinte y cuatro cláusulas de este mi testaménto, lo firmo en Southampton el treinta y uno de Agosto de mil ochocientos sesenta y dos — Juan Manuél de Rósas.
No habiendo sido firmado este mi testaménto presente los testigos dispuestos por la Ley, lo firmo ante ellos, hoy en Burgess Farm, el 22 de Abril de 1876.
Juan Manuel de Rósas
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